Un museo para perderse entre olivos

La Hacienda Guzmán, de la familia Guillén, posee una olivoteca con variedades de los 5 continentes

Un museo para perderse entre olivos
Un museo para perderse entre olivos
Cristina Díaz

06 de marzo 2011 - 01:00

En medio de un campo de olivos, encinas y chumberas se levanta la Hacienda Guzmán, en el término municipal de La Rinconada, una hacienda llena de contrastes, luz y elementos típicos de la Andalucía más rural. 400 hectáreas forman el complejo que hace más de 20 años adquirió y restauró Juan Ramón Guillén, presidente y fundador de Aceites del Sur y embajador de la Fundación Juan Ramón Guillén, entidad creada hace apenas seis meses con el objetivo final de conseguir la declaración del olivar como patrimonio de la humanidad.

El caserío franqueado por dos grandes torres, que antaño servían como contrapeso a las vigas de madera que prensaban el fruto, funcionó en el siglo XVI como fábrica de aceite, cuando Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, la arrienda y comienza a enviar aceite a las colonias españolas en el Nuevo Mundo, especialmente a La Española (actualmente República Dominicana) y Cuba.

Además de las dependencias privadas, la casa cuenta con cuatro patios interiores de diferentes tamaños; una sala diáfana destinada a conferencias con capacidad para 300 personas; una caballeriza de pura raza española; un museo con una docena de carruajes antiguos; y una habitación, actualmente en obras, donde se exhibirán las vasijas de un metro y medio y las vigas de madera, en restauración, de la antigua fábrica de aceite. "Aunque ya se pueden visitar varias partes de la hacienda, calculamos que todo estará en pleno funcionamiento, desde el punto de vista turístico, dentro de un año", comunica Armando Dávila, responsable de comunicación de la Fundación Juan Ramón Guillén. A través de la página web www.fundacionjrguillen.com se pueden solicitar visitas a la hacienda, tanto por parte de adultos como de escolares. El único requisito es que sean grupos de 10 personas como mínimo (precio: 15 euros cada uno).

Uno de los grandes atractivos de esta hacienda y que la hace diferente al resto de cortijos es su olivoteca. Juan Ramón Guillén, gran amante del campo, posee más de 140 variedades de olivos procedentes de los cinco continentes, además de variedades españolas que ya no se utilizan. "Allá donde iba, Juan Ramón intentaba traerse una muestra del olivo autóctono. Grecia, Israel, Turquía, Túnez, Italia, Francia y Portugal son algunos de los lugares de origen", explica el responsable de comunicación de la Fundación.

"En el centro de investigación se analiza el fruto de cada árbol, su sabor, tamaño, textura, aunque ya, a simple vista, se puede apreciar la diferencias en sus hojas y troncos". El objetivo es producir aceite de cada uno de los olivos de la olivoteca para estudiar las características organolépticas y químicas de cada uno, con el fin de mejorar su producción y rendimiento.

El centro de investigación, cuyas obras están previstas que terminen en unos diez días, se situará en la almazara. En este lugar, los visitantes podrán ver, a pequeña escala, el proceso entero de extracción de aceite de las aceitunas, desde que éstas se introducen para separarlas de las hojas y lavarlas, hasta que sale el aceite por el grifo. Además, junto a esta pequeña almazara, el complejo cuenta con una sala de cata.

"Con todas estas actividades, la Fundación Juan Ramón Guillén pretende impulsar el oleoturismo y la cultura del olivar, al mismo tiempo que aumentar la visibilidad del medio rural y agroalimentario", señalan fuentes de la fundación. En esta línea, la entidad desarrolla programas de formación dirigidos a empresarios del sector olivarero, impulsa proyectos de investigación y tiene entre manos el desarrollo de dos publicaciones: una guía de oleoturismo (presentación de una oferta turística para dar a conocer la tradición de la oliva en Andalucía) y un estudio sobre la situación de los olivos.

Sin embargo, el objetivo final de la Fundación es conseguir la declaración del olivar como patrimonio de la humanidad. "El olivo es el modo de vida de muchas familias, de él depende su subsistencia; además, el aceite es un producto muy demandado y elemento clave en la Dieta Mediterránea, nombrada el pasado mes de noviembre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad", indican desde la Fundación.

La familia Guillén tiene una larga trayectoria en el sector. "He heredado del ayer el amor a la tierra, al olivo milenario y a su fruto, la aceituna; el culto a su prodigioso zumo, el aceite de oliva, y la fascinación por los ritos tradicionales que acompañan cada uno de los elementos que van desde el cultivo hasta su extracción", cita el propio Juan Ramón Guillén, natural de La Roda de Andalucía, en el portal web de la Fundación. Quien lo conoce asegura que es un gran amante del campo y del olivo en particular, aunque sus primeros pasos empresariales los dio en la fábrica de jabón de su tío en los años 70. Una pasión por el olivar que, se mire por donde se mire, no deja ser un gran bosque dorado creado por el hombre.

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