Este es el único templo de Sevilla con restos de las tres religiones que pasaron por la ciudad
Esta iglesia se encuentra en el Casco Antiguo de la ciudad y fue construida inicialmente como mezquita
Seis palabras y expresiones andaluzas con un origen curioso

En pleno barrio de Santa Cruz, en el Casco Antiguo de Sevilla, existen numerosos edificios de una belleza singular y con una gran relevancia histórica. Casas Palacio, restos de lo que fue un templo o plazas y calles con numerosas leyendas son algunos de los lugares de los que se puede disfrutar cuando alguien se adentra en esta zona de la capital.
Uno de esos sitios se ubica en la calle Santa María la Blanca, que recibe dicho nombre por la imponente iglesia que hay en él, una de las más llamativas de la hispalense, aunque el lugar en el que se encuentra haga que pase un poco desapercibida. Con una fachada de apariencia gótica, la iglesia de Santa María la Blanca es, en realidad, uno de los mayores tesoros barrocos de la ciudad gracias a su interior imponente y a su decoración, recargada y propia de este estilo artístico.
Su trayectoria histórica la convierten, hoy, en el único templo sevillano en el que han convivido las tres religiones que antaño formaron parte de la ciudad: el judaísmo, el islam y el cristianismo.
Recorrido histórico
La actual iglesia de Santa María la Blanca fue construida inicialmente como mezquita y así se mantendría entre los siglos XI a XIII. De ella se conserva el patio de abluciones y su portada principal en el costado izquierdo del templo. Más tarde, en el año 1252 y por privilegio del rey Alfonso X, apodado «el Sabio», la construcción pasaría a ser una sinagoga, ya que se encontraba en la que fue la antigua Judería sevillana hasta que los Reyes Católicos expulsaron a esta comunidad del país. Casi un siglo después, en 1391, este edificio se acabaría consagrando finalmente al cristianismo.
A finales del siglo XVII, concretamente en el año 1661, se decide llevar a cabo una gran transformación barroca del templo de la mano del arquitecto Juan González, maestro mayor del arzobispado. Para ello se derriba toda la iglesia, excepto la Capilla Mayor. Se sustituyen los pilares primitivos de piedra por cinco pares de columnas, sin basa ni capitel y hechos de mármol jaspeado rojo de Antequera, talladas por el cantero Gabriel de Mena. También se abovedan las tres naves haciendo que el aspecto sobrio del exterior, apenas llamativo, contraste con el interior, de una belleza y valor incalculable.
Tanto las bóvedas como la cúpula y los intradós de los arcos de la iglesia están decorados con impresionantes yeserías en color blanco, obra de los hermanos Pedro y Miguel Borja. En ellas se entrelazan motivos vegetales, geométricos, querubines y hasta una reproducción de la Giralda.
Obras de Murillo
Una vez finalizada la obra, el conjunto pictórico del templo se le encargaría en el año 1662 a Bartolomé Esteban Murillo, quien concluyó las pinturas tres años después, en 1665. La temática de las obras era una exaltación mariana que representaba el origen de la advocación del templo, la iglesia romana de Santa María de las Nieves. Se piensa que los artífices de este programa iconográfico fueron Domingo Velázquez Soriano, párroco de la iglesia, y Justino de Neve, canónigo de la Catedral cuyo apellido lo relacionaba con el templo.
Las obras eran las de El Sueño de patricio Juan y su esposa y El patricio Juan y su esposa ante el papa Liberio, la Inmaculada Concepción y el Triunfo de la Fe y la Eucaristía. Por desgracias, estas creaciones maestras fueron expoliadas por el mariscal Soult durante la Guerra de la Independencia y en la actualidad las que hay son las copias de las originales.
La iglesia de Santa María la Blanca, de Sevilla, es un ejemplo de las muchas joyas ocultas que tiene la hispalense y que, en ocasiones, pasan desapercibidas a ojos de lugareños y turistas. Sin embargo, su interior guarda uno de los mayores tesoros que se encuentran en la capital y cuyo legado se sigue conservando hasta nuestros días.
También te puede interesar
Lo último