Nadie podrá negarle a Pedro Martínez algunas de las virtudes que le han acompañado durante al menos los últimos años de su trayectoria profesional. Una de ellas, nada baladí, está ligada a su pasión por el trabajo con los pívots jóvenes con talento. Cuando llegó a Sevilla, el entrenador catalán se empeñó en darle mucho protagonismo a Triguero respecto al que tuvo en la etapa con Comas. Mejoró sus números el valenciano, pero no estaba conforme Martínez. Necesitaba otro jugador.

Fue él quien dio el visto bueno a la llegada de Xavi Rey, poste a quien ya pretendió el curso pasado e incluso solicitaron su cesión desde el Akasvayu. No lo consiguió. Esta vez sí dejó el Barcelona que saliera del club con destino a San Pablo. Y la jugada ha salido redonda para el pívot, el técnico y, en definitiva, el equipo.

Una vez adaptado a su nuevo equipo, Rey ha destacado de forma importante en la última gran racha cajista. Con las estadísticas en la mano de los últimos cuatro choques, el pívot promediaría 24 minutos de juego, con unos más que correctos 7,7 puntos, 6,7 rebotes y 16 puntos de valoración.

La labor del técnico con la joven promesa ha dado jugosos resultados a corto plazo. No es ni mucho menos un caso aislado en la carrera de Martínez, entrenador con feeling con algunos jugadores altos, jóvenes, españoles y, además, cedidos.

El barcelonista Fran Vázquez y el interior del DKV Joventut Eduardo Hernández-Sonseca, dos jugadores que estuvieron cedidos en el Gran Canaria, despuntaron a las órdenes de Pedro Martínez, regresando a la siguiente temporada a Unicaja y Real Madrid, respectivamente. Fue en Las Palmas donde el gallego dio el salto definitivo y donde el madrileño se hizo un nombre.

No obstante, seguramente el caso más recordado, y también el más reciente, sea el de Marc Gasol, el pívot que jugó la temporada pasada cedido en el Akasvayu y que con el barcelonés como entrenador explotó como jugador convirtiéndose en el más valorado de la ACB el pasado ejercicio.