Richard Wagner. Intérpretes: J. Ferrero, D. Ulyanov, M. Volle, P. Lang, E. Herlitzius, I. Vermillion, M. Arcuri, S. Krasteva, A. Rivas, Mª L. Corbacho, C. Ptassek, A. Schlosser, M. Bress y Y. Kozina. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: Carlus Padrissa. Videocreación: Franc Aleu. Escenografía: Roland Olbeter. Figurinista: Chu Uroz. Iluminación: Peter van Praet. Producción del Palau de les Arts de Valencia y del Maggio Musicale Fiorentino. Fecha: Viernes 11 de noviembre. Lugar: Teatro de la Maestranza. Aforo: Lleno.

Esperemos que la crisis y los recortes presupuestarios que afectan al Teatro de la Maestranza no pongan en peligro la continuidad en los años siguientes de este ciclo wagneriano en la impactante producción de La Fura dels Baus, que en esta primera jornada de la inmortal tetralogía supera en espectacularidad y en efectividad escénica al prólogo del año pasado. La concepción de Padrissa de esta ópera abunda y profundiza en los presupuestos ya establecidos en El oro del Rin: la dialéctica de la naturaleza como reflejo de la humanidad y la concepción de este drama como una reflexión sobre los orígenes del hombre y de sus virtudes y defectos. El juego de la videoproyección es mucho más efectista en el primer acto, especialmente en el juego con las variaciones de tamaño y color del fuego tridimensional y en las transformaciones del gran árbol que representa al Gran Fresno del Universo mencionado en las sagas nórdicas. Otro momento especialmente logrado en lo escénico es la Cabalgata de la Valquirias, donde se combina el juego con las grúas y el gran péndulo del que cuelgan los cuerpos de los héroes caídos en combate. Quizá se podría haber concebido un final de mayor impacto visual, pues en esta ocasión se queda algo corta de imaginación la resolución de la escena.

Pedro Halffter estuvo toda la noche sumamente atento, más que ocasiones anteriores, a establecer un apropiado equilibrio entre las dinámicas y orquestales y las voces, que en todo momento sonaron con nitidez. Puede que el primer acto resultase el menos brillante desde el punto de vista de la dirección musical, pues tanto el preludio como la escena final entre los welsungos quedaron algo confusos y sin la contundencia expresiva necesaria. En concreto, el pasaje del Winterstürme, toda una exaltación del amor y de la felicidad, sonó lento y plano. A cambio, el largo diálogo de Wotan con Brünhilde del segundo acto y la despedida del tercero sí que alcanzaron altos grados de sublimidad y de sutileza en la dirección. Metales y maderas erraron más de lo necesario en los ataques y en la conjunción. Magníficos pasajes de los chelos.

Herlitzius, de voz eminentemente lírica, es una brillante valquiria para esta primera jornada, donde la joven guerrera es aún una inocente e ingenua adolescente que descubre la doble cara de los afectos, el Amor y el Desamor. Sus súplicas a Wotan resultaron realmente conmovedoras. La voz de Ferrero, aunque ha crecido en los últimos tiempos, es demasiado lírica y carece del volumen necesario para ser un heldentenor, pues había veces en que su sonido se ocultaba bajo la orquesta. Su fraseo fue muy delicado y muy matizado. Petra Lang estuvo muy rígida todo el primer acto, con ataques a base de golpes de glotis y una emisión áspera, pero en el segundo y, sobre todo, en el tercero la voz fluyó con mayor naturalidad y efusividad, siendo conmovedora su explosión de ilusión al saber que ha concebido al futuro Siegfried. Vermillion, aunque con algunos graves engolados, es una voz de lujo, por timbre y proyección. Michael Volle es un gran Wotan, de voz impactante, muy bien proyectada y muy redondeada en la emisión y que, sobre todo, sabe modelas las frases con infinitos matices, como en su monólogo, en el que comenzando un parlato en pianissimo, fue poco a poco graduando la expresión. Su canto transmitió el desagarro afectivo del padre en la escena final. Contundente e impresionante el Hunding de Ulyanov y magnífico el grupo de las valquirias.