Cultura

Glorias de amor, penas de celos

Noches en los Jardines del Real Alcázar. Programa: Obras de José Marín y Francisco Guerau. Canto: C. Lavilla. Guitarra barroca: G. Arriaga. Fecha: Jueves 5 de julio. Lugar: Jardines del Alcázar. Aforo: Casi lleno.

Pese a quien pese, especialmente a los que rechazan de oficio la validez de la recuperación de nuestro pasado musical y sólo abogan por la creación contemporánea, el repertorio lírico del Barroco español es una realidad sólidamente asentada en las programaciones de conciertos y en el repertorio de muchos artistas. Cecilia Lavilla es una artista inquieta e inconformista, a la vez que versátil, que huye de los terrenos más trillados y que busca enfrentarse a desafíos musicales que le lleven a explorar terrenos poco hollados. En esta ocasión Lavilla supo plegar su instrumento a las necesidades estilísticas del programa mediante el control del vibrato, sin forzar nunca la emisión, graduando las dinámicas con auténtico mimo, resolviendo con precisión los frecuentes cromatismos y aclarando la dicción hasta el punto de poderse transcribir los textos con sólo escucharla. Nada mejor para un programa centrado en la figura de José Marín: sacerdote, cantor de Felipe IV, tahúr, pendenciero, estafador, ladrón, homicida; encarcelado, torturado, enviado a galeras y a presidios norteafricanos, degradado de sus órdenes sacerdotales, tuvo empero tiempo de escribir las más refinadas canciones de nuestro Barroco. Cecilia Lavilla moldeó el fraseo merced a una voz de enorme homogeneidad en la que no se detectan saltos en los cambios de registro, con enorme sensibilidad y atención a los detalles expresivos. Acentuó siempre con eficacia las palabras fundamentales, como suspirar (alargamiento con languidez de la nota), vuele (escala ascendente) o el no me miréis de la más famosa canción de Marín. Dosificando agógicas y dinámicas, se marcaron de forma muy efectista las hemiolias centrales.

Gerardo Arriaga, uno de los históricos intérpretes de la guitarra barroca, no sólo ofreció un acompañamiento limpio y variado, sino que en los pasacalles de Guerau (sabiamente enlazados con las canciones siguientes) mostró una enorme claridad en la exposición de las voces y una gran sabiduría estilística en las acentuaciones y gradaciones dinámicas.

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