Tribuna Económica

Rogelio / velasco

I nimaginable 'corralito' español

LO que está ocurriendo con los bancos de Chipre es una prueba más de la falta de control y de la ausencia de mecanismos de decisión, dentro de la Eurozona, para atajar situaciones en las que un país pone en riesgo la estabilidad de todos los países.

Era conocida la situación de la banca chipriota. El volumen total de activos supone nueve veces el PIB del país. Una considerable proporción de esos recursos provienen de inversores rusos que utilizan la isla para blanquear dinero proveniente de actividades ilegales, cuando no mafiosas.

Se trata de castigar a un país que, en buena medida, se ha aprovechado de un flujo de capitales externos de dudoso origen en beneficio propio y en el que, adicionalmente, las autoridades no han hecho nada para reducir la burbuja financiera en la que se ha convertido la economía chipriota.

Esta situación es la que, en buena medida, ha impulsado a las autoridades económicas de la UE a adoptar acuerdos que rayan la ilegalidad, al no respetar la irretroactividad de las normas: los depósitos hasta 100.000 euros están garantizados en los países de la Eurozona, pero con la propuesta comunitaria se viola este seguro de depósitos. Aún cuando el parlamento chipriota todavía no ha aprobado la medida y la UE está revisando la propuesta inicial, es seguro que el daño ya está hecho, aunque no se conozca todavía el coste inmediato para los depositantes.

El gobierno está intentando eximir de pago alguno a los depositantes con menos de 20.000 euros; un impuesto del 6,75% se impondría a los que tengan una cantidad mayor y de un 10% a los que superen los 100.000 euros.

La situación creada se denomina de inconsistencia temporal: el gobierno prometió algo en el pasado (proteger los depósitos) que ahora no ha cumplido. El problema es que los ciudadanos ya no le creerán y se corre el riesgo de un colapso en los depósitos de los bancos. Justamente, para detener ese colapso, el gobierno se verá obligado a establecer un corralito, para evitar una retirada masiva de depósitos. La confianza en el sistema bancario tardará años en volver.

¿Qué puede ocurrir? Si los depositantes mantienen sus depósitos e igualmente hacen los de otros países la situación será controlable. Pero si piensan que el gobierno lo hará de nuevo y retiran masivamente depósitos entonces los bancos irán a la quiebra y, con ellos, el país.

Pero al daño al que nos referimos no se limita al coste para los depositantes del país. Se trata, más gravemente, de la actitud que a partir de ahora adopten los ahorradores de los países de la UE, especialmente de aquellos que presentan un cuadro económico más complicado.

Chipre representa el 0,2% de la economía de la Eurozona. El BCE podría salvar la situación con escaso coste. Pero ni el BCE tiene ese mandato ni tampoco controla los mecanismos de cierre de bancos, que continúan en manos nacionales.

El que esta crisis sea pequeña y manejable o, por el contrario, se transforme en un desastre a escala europea va a depender de las decisiones que se adopten esta semana. Y esas decisiones no pueden adoptarse sólo con la perspectiva de un problema en un país pequeño, porque se corre el serio riesgo de una grave transmisión a escala europea.

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