TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

jorge Benavides Solís

El Museo de la Historia de Sevilla

El autor defiende la necesidad de un centro anunciado y olvidado en distintas épocas que cumpliría una función pedagógica y muy útil para reforzar la identidad cultural de la capital.

HACE exactamente 56 años, el Marqués de Contadero, alcalde de Sevilla, ignoró la propuesta que Francisco Collantes de Terán había hecho con motivo de su ingreso a la Real Academia de Bellas Artes: Esquema para un Museo Histórico de Sevilla. Tampoco la tomó en cuenta José Hernández Díaz cuando fuera alcalde, pese a que pocos años antes, le había dado una elogiosa contestación protocolaria al nuevo académico, ilustre historiador sevillano.

Ojalá pasado medio siglo, los concejales y el próximo alcalde tengan tiempo para leer las cuarenta páginas publicadas en 1960 con cuyo contenido, de manera didáctica y detallada, es posible imaginar y comprender la actualidad, la función y la importancia de dicha propuesta. Decía: "Nada complace tanto al que siente amor o afición por alguna cosa, como el ver su afán compartido por los demás y nada podría por consiguiente satisfacernos tanto, como que pudiera mostrarse a eruditos o simplemente curiosos en una visión de conjunto, el glorioso pasado de Sevilla, plasmado en las ordenadas instalaciones de un Museo Histórico de la Ciudad. Por su antigüedad y por su secular prestigio, creo que ninguna otra ciudad de España y pocas del resto del mundo podrían mostrar más títulos para ello, siquiera sean muchas las que con menos méritos tiene la fortuna de poseer museos de este tipo". Lo recordaba Juan Ruesga en Diario de Sevilla el 27 de diciembre de 2011.

En efecto, numerosas ciudades importantes del mundo los tienen. Aquellos de la primera generación, como los de París (1880), Múnich (1888), Cracovia (1897), etcétera surgieron en momentos históricos propicios y los de la última, entre otros, los museos de la Historia de la ciudad de: Seúl (2008), de Barcelona (2008) y de Londres (2009), han sido reformados con los criterios más actuales, vinculados a la economía productiva y a la incorporación de los más sofisticados recursos informáticos que hacen posibles las maquetas y las reconstrucciones virtuales además de la interactividad, o sea de la participación activa de los visitantes. Museos de mucho éxito gracias a la aceptación de la población local y al interés de los turistas. Cumplen una función pedagógica amable y necesaria para reforzar la identidad cultural. Incluso para que los inmigrantes sepan por qué amar la ciudad en la que viven.

La propuesta de Collantes de Terán, como es lógico, se acerca más a los primeros pero, para hacerse realidad ahora, imprescindiblemente tendría que enriquecerse con la experiencia de los últimos, además con un factor añadido: la participación desde el principio de la empresa, de todos los sevillanos, no como una simple declaración de intenciones o de un recurso con el recorrido unidireccional de las páginas web oficiales pues, en el mejor de los casos se limitan a recoger opiniones que van a parar a ninguna parte. Sería una participación proactiva desde el inicio y permanente. ¿Por qué el museo no podría tener también como guías y tutores voluntarios a los jubilados amantes de Sevilla?

Las familias sevillanas son poseedoras de una parte de la historia de la ciudad. Sus antepasados dejaron en cada hogar, utensilios, fotografías, pinturas, acuarelas, objetos y recuerdos de los lugares que frecuentaron con sus amigos y con sus parientes; cartas, tarjetas postales de cómo eran entonces las calles por donde ahora transitamos, los mercados de abastos donde iban, los teatros y las ventas donde acudían a escuchar flamenco. Todos los sevillanos tienen un singular y rico patrimonio sentimental e intangible que los caracteriza: ya sea del cante (Patrimonio de la Humanidad), de la Feria, del Rocío, del Corpus, de la Semana Santa y de la primavera cuando la ciudad se llena de colores, de olores y de sabores únicos que la hacen aún más bella, tal como la han descrito Al Mutamid, Bécquer, Machado, Alexandre, Cernuda y tantos otros poetas, pintores y artistas de todo género. Murillo es de aquí y el genio de Velázquez ha hecho de Sevilla el centro de referencia en el mundo.

Las tradiciones, las costumbres de antaño y el conjunto del patrimonio mueble, del inmueble y del intangible sevillano deberían conocer los niños y jóvenes, si prefieren, utilizando su móvil o su tableta bien podrían tener la posibilidad de hacerlo a través de la versión virtual del Museo de la Historia de la Ciudad de Sevilla; no aislada sino en su contexto, con su entorno. Ella y todas sus circunstancias.

Los jóvenes tienen que saber que el Padre Bartolomé de las Casas y Belmonte son de aquí, por otra parte, lugar de ambientación escogido por los autores y libretistas de 105 operas entre otras: Las Bodas de Fígaro (1786, Mozart), Fidelio (1814, Beethoven), El Barbero de Sevilla (1816, Rossini), María Padilla (1841, Donizzeti), La Fuerza del Destino (1862), Carmen (1875, Bizet).

No concibo un vecino de Sevilla qué sea indiferente ante ella. Mucho menos cuando está en el extranjero al escuchar una sevillana. Ya dijo Antonio Gala, en Andalucía, en Sevilla los conquistadores siempre fueron conquistados, los forasteros se sienten bien, los visitantes esperan volver y los artistas la admiran.

Durante la década del pelotazo urbanístico (1998, Aznar-2007, Zapatero), surgieron como champiñones, indiscriminadamente, en todo el país, en nuevos o rehabilitados edificios los museos: de la moda, de productos naturales (aceituna, vino, corcho, etcétera), de arqueología, de las ciencias y hasta en varios pueblos, de arte contemporáneo. Centros de interés especial y especializado. La mayoría montados como simples colecciones ordenadas con mero sentido cronológico. Por convencionales, aburridos. Los conozco. Ahora muchos de ellos carecen de presupuesto y de personal. Los políticos no habían contado con los vecinos del lugar.

Monteseirín ofreció inaugurar el Museo de la Ciudad en 2003. Prefirió privatizar la plaza de las setas y dejarnos endeudados. Ojalá entre los concejales, los alcaldes y todos los vecinos que deseen sumarse se haga posible el Museo de la Ciudad, que sería el más visitado. Conozco a los sevillanos.

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