José / Aguilar

La revolución de la bicicleta

La esquina

23 de enero 2014 - 01:00

ESTOY a favor del Plan Andaluz de la Bicicleta aprobado el martes por la Junta e impulsado por su consejera de Fomento, Elena Cortés, que se propone extender los carriles bici en las diez ciudades más pobladas de la comunidad autónoma y ampliar las rutas ciclistas en las vías rurales, hasta un total de más de 5.000 kilómetros. Ante la imposibilidad material de invertir en medios de transporte público tan sostenibles como el metro y el tranvía, bueno es potenciar el uso de la bicicleta: saludable, cómodo y barato, como ha dicho la consejera. Amén.

En lo que no estoy de acuerdo es en la pretensión de Elena Cortés de atribuir a su Plan de la Bicicleta un carácter revolucionario y transformador que está lejos de la realidad. La consejera considera su proyecto una "palanca para el cambio del modelo productivo de Andalucía". Nada menos. Seguramente la presidenta Susana Díaz, cuando insiste en la necesidad de cambiar ese modelo, se refiere más bien a reactivar la construcción, reabrir las minas, potenciar la industria y fomentar la innovación, no a llenar las ciudades de bicicletas.

Para justificar su disparate sobre el Gran Salto Adelante -pongámonos maoístas- en el uso de la bicicleta, la consejera de Fomento y Vivienda se ha hecho trampas en el solitario. Ha calculado que su plan va a crear 15.000 puestos de trabajo (un 31% más empleo que si se hicieran carreteras, según ella). Más de la mitad los generaría la construcción y el mantenimiento de las vías ciclistas, pero, digo yo, la construcción durará lo que dure, no va a dar un empleo muy estable. El resto vendrá del sector turístico, la fabricación y reparación de bicicletas y el comercio. Digo yo de nuevo: si los talleres de bicicletas aumentan su negocio al haber más bicicletas en uso, los de motos y coches reducirán el suyo, ¿no? Hasta ya tiene previsto Cortés lo que se ahorrará en gasto sanitario porque las dos ruedas no son contaminantes e incluso los 30,1 millones de ahorro por la caída de las bajas por enfermedad que, al parecer, traerá el uso intensivo de la bici.

Le haría falta, a Elena Cortés, un poco menos de ampulosidad y un poco más de modestia. Ya su ley antidesahucios la presentó como milagrosa panacea para el problema de la vivienda, cuando no era más que un humilde instrumento de reformismo socialdemócrata. Ahora su Plan Andaluz de la Bicicleta está bien pensado, pero no alcanza para transformar el modelo productivo. Menos lobos, caperucita.

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