EN la huida hacia adelante emprendida por la gente que medio manda en el Betis (el entorno y el dañino lobby a sueldo o paniaguado son los que manejan arteramente los hilos), Juan Carlos Ollero y Eduardo Maciá se mostraron el domingo un pelín airados cuando un periodista les habló de despilfarro, lógico con tanto fichaje sospechoso del director deportivo. Es más, se diría que el calificativo del compañero fue generoso.

El valenciano, cuya soldada, la de la compaña y su extenso contrato significan el primer despilfarro, admitió tibiamente que una cosa es equivocarse y otra despilfarrar, pero hoy pocos dudan de que los cuatro millones de euros de Van der Vaart son un gasto superfluo y que Joaquín debe hacer muchas cosas sobre el césped, empezando ya hoy mismo, para que nadie pueda pensar igual de los seis millones de euros que van a significar sus tres años en Heliópolis.

Despilfarrar, señor Maciá, es pagar dinerales por futbolistas que, según usted, encima están medio en formación y, por supuesto, realizar extensos contratos a los treintañeros citados y a otros como Westermann y Vargas, además con problemas físicos evidentes. Despilfarrar dinero, en definitiva, es lo único que usted ha hecho desde que embaucó a los dirigentes del Betis. Despilfarrar, señor Ollero, es gastar y gastar euros en memorias, actos y demás zarandajas y sueldazos de enchufados. Despilfarrar sería dejar a Maciá firmar a un técnico sin apurar a Merino.

Pero lo más grave es que tras las palabras del presidente se dibuje un halo de duda sobre si el despilfarrador al que aludió es el Sevilla. Porque se le podría confeccionar, en cerocoma segundos, una amplia retahíla de fichajes de Monchi y los dinerales por los que fueron traspasados tras dejar, encima, plata en sus vitrinas. Hay que ser desmañado para, acorralado y sin argumentos, ver algo de paja en el ojo ajeno y no cómo resolver que Maciá se vaya a venderle humo a los valencianos y no hipoteque y reviente más al Betis. ¡Ay, señor!