La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Asunción es la aldea de los galos contra el turismo invasor
Asunción es la nueva Sierpes, una calle que es una suerte de aldea de los galos que resiste "ahora y siempre" al invasor que no es la Roma imperial, sino el turismo depredador. Los sevillanos se sienten a gusto en los paseos por Asunción, sobre todo con el selecto mercadillo del domingo por la mañana; engalanan los balcones al paso de la Esperanza de Triana, al de la comitiva del Heraldo del barrio y, cómo no, al de la Cabalgata del Ateneo, la auténtica y genuina que Jesús Corral Zambruno cuida con un esmero y una exquisitez dignos de reconocimiento. Asunción, por supuesto, hace de vía principal y gloriosa que conduce a la portada de la Feria. Vertebra el barrio de Los Remedios, que ganó mucho con la inicialmente polémica peatonalización de esta vía. La calle tiene la capacidad de estrechar lazos entre los vecinos como en un pueblo de toda la vida. Y eso es un valor añadido indudable. Los turistas, por fortuna, no ven nada atractivo en esta calle para sus experiencias consumistas. Ocurre como con algunas vías de Venecia, muy pocas, que tienen todo el sabor local, con su correspondiente derecho a canal, pero están preservadas de esos invasores sin criterio a los que, al parecer, debemos todo. Algún antropólogo de guardia deberá estudiar el caso de la calle Asunción en la Sevilla de la pospandemia. Es la mar de gratificante aunque haya tendencias discutibles como el del cortejo de un heraldo carnavalizado y convertido en una cabalgata anticipada. Y aunque el Ateneo, con toda la razón, muestre su preocupación por los balcones con exceso de público en la noche de la cabalgata y, sobre todo, con adultos que saltan como en un parque de bolas. El caso es que si usted no tiene un amigo que le convide a balcón en su casa de Asunción al paso de la cabalgata es que no es absolutamente nadie.
A esta calle solo le falta tener una sede del Aero, un restaurante de Robles o una sucursal de Galán, porque ya tiene a Ibáñez, el decano de la calle; las sedes próximas del Labradores y el Mercantil, y una serie de bares y cafeterías que, por fortuna, no son franquicias despersonalizadas en su gran mayoría. En Semana Santa se valora muy poco que por esta calle pasa la que probablementente sea una de las tres dolorosas de mayor belleza y finura: la Virgen de la Victoria. El apogeo de la calle comenzó cuando Los Remedios se despobló con la crisis económica de 2008, no se oteaba el relevo generacional en las viviendas y las consultas de médicos se quedaron con esas salas de espera ajadas con sofás de sky y láminas enmarcadas de la caza del zorro con carabina a las que solo faltaba el sonido de los sabuesos. El cierre de Nova Roma en 2007 fue el primer aviso de un ciclo de decadencia que parece finalizado. Asunción vibra en las fiestas y acontecimientos extraordinarios como una reserva de esa Sevilla de siempre, nunca cerrada a visitantes, pero que reivindica su derecho al estilo propio. Sus vecinos son como los locos y maravillosos galos. El único riesgo es el de no convertir la calle en una discoteca, sino respetar y cuidar el sentido de cada festividad.
También te puede interesar