Contra la crisis, imaginación

Calle Rioja

Innovadores. Un paisano de cuna del alcalde Juan Ignacio Zoido y un paisano de crianza animan las noches de verano de Sevilla con una autogestión en la taquilla.

Gonzalo Andino y Eloy Díaz, junto a la torre de los Perdigones.
Gonzalo Andino y Eloy Díaz, junto a la torre de los Perdigones.
Francisco Correal

15 de julio 2013 - 05:03

UN negocio local, una empresa local y el espectador. Las tres patas de la nueva oferta nocturna de Sevilla. Se llama Pay-After-Show. Una iniciativa que es un canto a la imaginación de gente que para empezar huyen del discurso victimista. Dos socios involucrados en la historia. Y el tercer hombre, para que no se molesten Graham Greene, Orson Welles y los responsables del Parque Centro de Alcalá de Guadaíra, tercera pata de esta historia.

Gonzalo Andino nació en Sevilla en 1979. Eloy Díaz, en Fregenal de la Sierra en 1975. Uno es de la ciudad donde gobierna el alcalde Juan Ignacio Zoido. Otro de la ciudad extremeña en la que se crió y creció el regidor municipal. Una villa por la que este año pasan los expedicionarios de la Ruta Quetzal reeditando el descubrimiento del canal de Panamá por Vasco Núñez de Balboa.

Eloy y Gonzalo hablan casi a diario por sus móviles, pero Fregenal es la ciudad española en la que se hizo la primera llamada teléfónica, hecho del que da cuenta Manuel Lozano Leyva en su último libro, El Gran Mónico.

Andino y Díaz se conocieron cuando el primero organizó una de las ediciones de Circada junto a la torre de los Perdigones, que da nombre al bar-restaurante del que es encargado Eloy Díaz. Son ya cinco ediciones de Circada.

Andino es un especialista en torres: ya produjo un espectáculo de animación callejera con una embajada cultural junto a la torre Eiffel. También trabajó a los pies de la Giralda. Ahora, todos los jueves de julio y agosto, trae su elenco (Los Hermanos Fontcuberta, Síndrome Clown…) a los Perdigones, alternándose con el local ubicado en una antigua fábrica de aceites en Alcalá de Guadaíra. Esta revolución cultural se hace en los cimientos de la revolución industrial.

El Jueves no cierra de noche en la calle Feria. Podría ser una de las lecturas de esta original novedad de la programación cultural. "Sevilla es una ciudad muy ingrata en verano", dice Andino. Y más con la desaparición de los cines de verano. Todo esto es la continuación de la selecta nevería por otros medios, robándole el formulado a Clausewitz. Está Nocturama en el patio del Monasterio de la Cartuja; las noches de la Buhaira en su quinta edición; los veranos del Alcázar; las rutas teatralizadas que la empresa Gulliver hace los miércoles en el parque de María Luisa y los jueves, la Ruta de los Reyes; el cine de verano en el Patio de la Diputación, con un empresario como Luis Rodríguez que procede del sector de los cines de verano.

La calle es la aliada de estos valientes que proponen al espectador un mínimo común múltiplo, una tarifa mínima recomendada de siete euros. "A partir de ahí, pagarían en función de lo que les haya gustado". Ofrecen a cambio una selección de contenidos, una cobertura de producción y comunicación. Y el público asistirá al trabajo de profesionales. Síndrome Clown son de la cantera del Centro Andaluz de Teatro; a los hermanos Infontcundibles (nombre artístico de Daniel y Alberto Fontcuberta) los descubrió Andino en el festival de teatro de calle de Espartinas.

La torre de los Perdigones tiene además de su carta gastronómica una interesante gama de ofertas culturales: a dos pasos de la entrada a la Cartuja por la Barqueta, con la Sala Oscura como mirador al final de la torre, organizan concursos de pintura rápida y participan en circuitos como esos participativos gerundios que son Tapeando o Alamedeando.

El sistema de pagar después del show ya se ha llevado a la práctica en otros sitios como la sala Beckett de Barcelona o las naves del Duende en Cáceres. Noches de teatro, de circo, de animación, de pasacalles o de perfopoesía, especialidad en la que pasarán por los Perdigones los arietes editores del Cangrejo Pistolero.

El verano sevillano que se quedó sin el Alfarería y el Santa Catalina, el Ideal y el Avenida, el Miraflores, el Palmera, el cine Norte y tantos otros (Melado recuerda uno de la carretera de Carmona en el que en septiembre rifaban una manta) se recupera simbólicamente con estas noches de artistas a capela y espectadores que van con la taquilla en el bolsillo.

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