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El crimen de marta del castillo Los esfuerzos por encontrar el cadáver

Una búsqueda sin precedentes

  • Los buzos de la Guardia Civil tienen que trabajar palpando metro a metro el fondo del río porque la visibilidad es nula

Los buzos de la Guardia Civil aprovechan la hora de reparo, el único momento del día en que en el río no hay corrientes, para sumergirse en el entorno de la pasarela de Camas desde la que fue arrojada Marta del Castillo Casanueva la noche del 24 de enero. Son 23 los submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) que participan en la búsqueda del cadáver, un dispositivo que no tiene precedentes en España ni por la cantidad de policías, guardias civiles, bomberos y militares que participan ni por las tecnologías que se están aplicando.

En cada uno de los dos helicópteros que sobrevuelan a diario el río hay un submarinista de la Guardia Civil para comprobar cualquier bulto sospechoso visto desde el aire. Los especialistas también van en dos barcos dotados con sónar, uno en el que viajan los perros de la Policía holandesa y otro de la Autoridad Portuaria. Cada vez que los aparatos detectan un objeto de aproximadamente 1,70 metros de largo y 40 centímetros de ancho, uno de los buzos se lanza al agua para descartar que se trate del cuerpo de la adolescente. El resto de los especialistas -pertenecientes a las comandancias de Madrid, Sevilla, Almería y Málaga- permanecen toda la jornada en el entorno del puente, rastreando los pilares, en los que se acumulan suciedad y objetos arrojados al río. Además del cadáver, también buscan el cenicero con el que Miguel Carcaño Delgado dijo haber matado a Marta en su casa de la calle León XIII.

La búsqueda es muy dificultosa porque bajo el agua no se ve absolutamente nada. "Se ve todo negro, hay que ir palpando metro a metro, con el riesgo de que se nos enganche el equipo en cualquier objeto o que suframos alguna herida con algún filo cortante", explica el comandante responsable del trabajo de los GEAS. Se han encontrado coches, motos, animales muertos, piedras, hierros, prendas de vestir, pero nada que ayude a esclarecer el paradero del cadáver de Marta.

El río se ha dividido en 12 zonas. Cada una de ellas se ha subdividido en cuadrículas que los buzos trazan con unas cables lastrados con plomo llamados filieres. Cada retícula se analiza minuciosamente y los buceadores intercambian sus posiciones a menudo para evitar vicios y el desánimo al no hallar nada.

Los responsables del dispositivo de búsqueda trabajan con la idea de que el cuerpo no se encuentra en la superficie. Esta opinión coincide con la de los expertos forenses que aseguran que un cuerpo sale a flote a las 72 horas de ser sumergido por el efecto de los gases de la putrefacción. Las fuerzas de seguridad piensan, además, que ya debería haber aparecido en los rastreos de los militares y policías a pie de orilla o en las batidas de la Guardia Civil con las motos náuticas. Dos motos con motores de 1.200 centímetros cúbicos y una potencia de 140 caballos han recorrido el Guadalquivir hasta Cádiz y han entrado en los canales de la zona de Isla Mayor. La ventaja de estas embarcaciones es que no necesitan demasiado calado para navegar; con 20 ó 25 centímetros de profundidad ya podrían avanzar. El inconveniente es que consumen unos 25 litros de combustible por hora y el depósito que llevan es de sólo 60 litros, por lo que disponen de una autonomía demasiado corta.

A todo ello se le suma el trabajo de los perros. A los animales traídos de Holanda se unen también los que la Guardia Civil tiene especializados en la búsqueda de cadáveres. Son Elton y Dam, capaces de detectar rastro a partir de una gota de sangre depositada en un jardín dos meses atrás o de una gota de sangre dejada en un azulejo que luego haya sido frotado con lejía. Estos dos perros detectaron olor a cadáver en Coria del Río, pero el rastro pertenecía a un vecino de Gelves que apareció muerto en el río hace aproximadamente un mes.

Ayer, los perros comenzaron a rastrear las orillas río arriba, desde la pasarela de Camas hasta la presa de Alcalá, temiendo que el cuerpo haya sido arrastrado hacia arriba por la fuerza de las mareas y se haya quedado atrapado en algún cañaveral. El Ejército arrojó tres señuelos la noche del domingo para tratar de reproducir cómo fue arrastrado el cadáver por el río. Los tres objetos permanecían ayer a flote moviéndose en círculo entre los términos municipales de Gelves y Coria.

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