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Clientes de otro planeta

MANUEL le cortaba el pelo y afeitaba. Ángeles le hacía la manicura. Tuvieron una de las primeras peluquerías mixtas de Sevilla y entre sus distinguida clientela, al editor José Manuel Lara. "Cuando venía de Barcelona y se quedaba en el hotel Luz, siempre se pasaba por la peluquería que abrimos en el pasaje de los Azahares".

Manuel Llera de la Barrera (La Pañoleta, 1950) se casó con Ángeles Rubio (Puerta Osario, 1954) el 3 de julio de 1975 por la mañana en la iglesia de San Roque. Ese mismo día, por la tarde, inauguraron el establecimiento de los Azahares. Fue el año de la muerte de Franco, apellido que asocian con su cliente.

"Lara venía siempre con pistola. Se la guardábamos en los servicios", dice Ángeles. "Estaba amenazado por Eta", apunta Manuel. "Era la época en la que había publicado ¡Viva Franco! Con perdón. Me dijo que se estaba vendiendo como rosquillas porque lo compraban tanto los de derechas como los de izquierdas".

Lara, sevillano de El Pedroso que montó un imperio editorial en Barcelona, mandaba a un conserje del hotel para advertir de su llegada. "Casi siempre aparecía con algunos escritores sevillanos. Venían para acompañarlo, nunca se arreglaban el pelo. Manuel Ferrand, Alfonso Grosso, Antonio Burgos". Al oír el último nombre, Ángeles muestra el libro que acaba de concluir, Guía secreta de Sevilla.

El miércoles es el día del Espectador en el Cine Cervantes y el día del cliente en la peluquería Llera de la calle Correduría. Se cortan dos, se paga uno. "A la hora del Ángelus me tomo una cerveza en Casa Vizcaíno". El peluquero mantiene costumbres de otro tiempo. Comenzó como aprendiz en Construcciones Aeronáuticas "pero me gustaban más El Jabato y El Capitán Trueno que la termodinámica". Empezó en la barbería de Victorio en el Arenal. Cabezas de futbolistas como Agüero, Campanal, Ansola, cabellera rematadora. Cabezas de toreros "a los que les quitaba y colgaba el sombrero de ala ancha". El aprendiz recibía propinas por cepillar a los clientes. "Fumaban en puros y había una escupidera que después había que limpiar".

Con 17 años se incorpora a la peluquería de El Corte Inglés cuando abrió sus puertas en 1967. Nunca ha leído un premio Planeta. Si lo hubiera ganado J.J. Benítez... "Leo mucho de Parapsicología, soy médium, interpreto los sueños. Una vez tuvimos una comunicación con los hermanos cósmicos en Matalascañas".

Con Lara no hablaba de esas cosas. "Era periquito, y le daba primas a los futbolistas del Español por ganarle al Barcelona". Tienen tres hijos, ninguno peluquero. Guarda una foto cortándole el pelo a Lara. "Esa camisa te la regalé el Día del Padre", recuerda Ángela. Tenían dos oficiales, un gaditano que vino de Cataluña y otro de El Coronil. "Y Mari Carmen, una chica de Alcalá que se encargaba de la permanente. Era el boom del rizo, el pelo estilo Maradona o Megido. Chiquetete era modelo nuestro". Tuvo de cliente a Antonio el Bailarín. "Se quemaba un tapón de corcho y se tiznaba la cabeza. Cuando sudaba del baile le caían los chorreones negros".

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