La crónica

Turno como local, fiesta garantizada (2-0)

  • El Sevilla cumple con el guión habitual al calor de los suyos y tira de solidez para anotarse otro triunfo. El conjunto de Emery supera al Espanyol en el arranque del litigio y después se limita a manejar el 2-0.

El Sevilla no falla en el discurrir del presente curso liguero. Un nuevo triunfo al calor de los suyos y, otra vez, incluso sin el sancionado Krychowiak en el césped, la imagen de equipo sólido, incisivo y eficaz que hace lo justo para desarbolar a su rival, en este caso al Espanyol, y después maneja la situación a la perfección para que ya no pase nada más. No está mal que así sea, porque los hombres de Unai Emery acumulan tres puntos en el casillero cada vez que juegan en el Ramón Sánchez-Pizjuán, el problema está en la falta de correspondencia cuando ejercen de forasteros. Y aunque eso, cuando se trata de analizar el litigio de ayer, sea harina de otro costal, sí tiene su trascendencia para llegar al objetivo perseguido, pues tal vez no le llegue con la trayectoria que presenta hasta ahora.

Pero lo que ocupa en este relato de los hechos es que el Sevilla logró su séptimo triunfo en Nervión, lo que supone por sí solo un total de 21 puntos en la clasificación, y lo hizo sencillamente porque salió con las pilas puestas y supo resolver, también con buen fútbol, ante un Espanyol que parece tan amanerado con Constantin Galca como ya lo evidenciaba con Sergio González al mando. Emery solventó la ausencia de Krychowiak con naturalidad, sin ningún experimento raro. Colocó ahí a Cristóforo para que barriera todo lo que cayera por su zona y no sólo eso, también le diera buena salida al balón desde la zona de atrás para que la pelota llegara hasta Banega en buenas condiciones para que el argentino se encargara de la faceta más complicada y abasteciera a sus compañeros de arriba. A su lado el técnico vasco situó a Iborra para que éste equilibrara con su físico y le transmitiera al Espanyol que esta vez no tenía sentido buscar a Caicedo por arriba, que la pelota que llegara por el aire sería siempre para el Sevilla.

Así quedaba conformada la pareja de medios centro, un trío cuando Banega, el único que tiene bula para ubicarse donde él estime que es más beneficioso para el colectivo, se movía por esa zona más retrasada. Pero el argentino también estaba en muchas ocasiones en las cercanías de la gran sorpresa del equipo inicial, Immobile, que partió como titular en detrimento de Fernando Llorente y de Gameiro e incluso sumó un nuevo gol para reivindicar su condición de cannoniere de lo más fiable. El italiano es un delantero puro y el premio a sus intentos fue la apertura del camino para los suyos en una jugada en la que tuvo intuición y velocidad para llegar antes que los zagueros al rechazo de Pau López al disparo de un Vitolo que llegaba en solitario.

El resto de los elegidos por Emery eran más o menos los esperados, los titulares ya habituales y la imagen del Sevilla con ellos fue prometedora desde el mismo arranque. A los tres minutos ya había avisado el motivado Immobile; a los nueve era el central visitante Álvaro el que estaba a punto de batir a Pau López para evitar que el balón llegara hasta Konoplyanka; a los 13 era Banega el que habilitaba a Immobile en un nuevo desmarque del italiano y el disparo de éste le salió a las manos del guardameta... Eran los primeros avisos de un Sevilla que trataba de cortocircuitar el deseo de Galca de que el balón fuera tocado por los suyos desde atrás con múltiples anticipaciones para robar más arriba del centro del campo.

En una de ellas se gestó el tanto que allanó el camino para los blancos. Balón recuperado por Vitolo en la presión, el canario se escapa con velocidad y cuando ya parecía fácil que anotara el uno a cero, Pau López tapa su disparo con una mano salvadora. El guardameta estuvo bien, pero no se puede decir lo mismo de sus centrales, particularmente un Álvaro que, algo habitual en él, se dejó ganar la partida por Immobile. El italiano hizo de depredador del área y el Sevilla ya estaba por delante justo cuando se iba a comenzar a homenajear a Antonio Puerta. Eso, naturalmente, quiere decir en el Sánchez-Pizjuán que era bien prontito, poco después del primer cuarto de hora.

A partir de ahí, el cuadro de Emery entendió que había que economizar fuerzas, que seguramente habrán sido días de entrenamientos duros para acumular energías en los cuerpos con vistas al segundo, y decisivo, tramo del curso. El cansancio parecía evidente a la hora de llegar a algunos balones divididos, pero Iborra ordenó a los suyos desde atrás y el Sevilla se mostró entonces como un grupo de futbolistas bien armado, en el que cada uno ocupaba su parcela de terreno y ganaba la mayoría de los duelos que se producían por ella. El balón era para el Espanyol, daba igual, porque el orden y la basculación iban a permitir que las anticipaciones, ahora mucho más atrás, sirvieran de nuevo para tirar contras también peligrosas.

Ya la tuvo Konoplyanka al filo de la media hora, donde se mostró algo chupón e ignoró a un Vitolo completamente desmarcado, pero quien no erró fue Banega cuando ya iba todo hacia el descanso. Fenomenal Mariano tanto en el corte como en el pase y el argentino se pone tan nervioso, irónicamente, que le cuela el balón entre las piernas a Pau López sin el menor problema. El Sevilla, con un Espanyol tan escaso de espíritu enfrente, había dejado aquello casi finiquitado y no lo hizo del todo porque Immobile mandó un cabezazo fuera con todo a su favor por pasarse a la hora de querer colocarlo.

Pero tampoco importó mucho, el Sevilla, con un Cristóforo cada vez más crecido, manejó el partido de manera perfecta en la segunda mitad a pesar de que el Espanyol cada vez acumulaba más futbolistas arriba. Pero Sergio Rico ni siquiera fue asustado. Séptimo triunfo en casa habiendo pasado ya por Nervión Barcelona, Madrid, Valencia y hasta Atlético, aunque éste ganó. Festejo casi garantizado, el problema es cuándo tocará hacerlo fuera...


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