Crítica de Música

Los sueños de Garvayo en música

La música del compositor portorriqueño Roberto Sierra (Vega Baja, 1953) parte de un deseo ferviente de comunicación, que lleva al músico a integrar tradición, folclore y modernidad en un estilo personal que se presenta en distintos niveles de accesibilidad, pero sin dejar nunca de pulsar teclas en las que cualquier oyente medio puede sentirse reconocido y concernido.

Este año Roberto Sierra es el maestro residente de la Cátedra Manuel de Falla, cuyo primer período de trabajo se desarrollará este fin de semana. Se aprovechó la presencia del americano en Sevilla para este homenaje de uno de sus mejores intérpretes al piano, el motrileño Juan Carlos Garvayo, que tocó con una exquisita sensibilidad dos de los Boleros de Sierra a él dedicados, música de un lirismo quintaesenciado, bien contrastado con la impronta rítmica y el lenguaje moderno, lleno de disonancias, clústers y glissandi, del Montuno.

Luego llegó el estreno mundial de 33 sueños, ciclo de canciones escrito sobre un poemario del propio Garvayo. El joven Javier Povedano (Córdoba, 1990) hizo un trabajo espléndido para una obra extensa (por encima de los 53 minutos) en la que Sierra utiliza un estilo vocal de base que, entre canto y declamación, enlaza con lo mejor de la tradición española del siglo XX, del Falla neoclásico y Ohana a Ginastera, aunque no falten detalles belcantistas e incluso alusiones a lo jondo. El acompañamiento pianístico resulta muy virtuosístico, unas veces doblando a la voz, otras sugiriendo atmósferas, pero sobre todo comentando las imágenes oníricas de los poemas.

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