Pilar Cernuda

Pinocho Puigdemont

Crónica personal

29 de marzo 2017 - 02:34

Sin que se le moviera un músculo de la cara, aunque debería haberle crecido la nariz como a Pinocho, Puigdemont ensartó mentiras, una tras otra, en su charla en Harvard, ante un público que no llegaba al centenar de personas.

Lo de menos es el escaso aforo. Lo que importa es lo que dijo: en España no hay libertad de expresión, tampoco una Justicia independiente, el Gobierno español se niega a dialogar con el catalán, y no se respeta la democracia, al igual que ocurre en la Turquía de Erdogan. La Constitución autoriza al Ejército a actuar contra los ciudadanos y el proceso independentista de Cataluña busca la garantía de los derechos civiles, presentándose el presidente de la Generalitat como un seudo Martin Luther King que vela por los intereses de los catalanes ante la falta de reconocimiento del Estado español a esos derechos. Dijo también que Cataluña se mantendrá dentro de la UE, aunque se produzca la independencia excepto en el caso de que España se niegue a dar la doble nacionalidad a los catalanes.

Falso de toda falsedad, un disparate desde la primera a la última palabra, hasta el punto de que en el turno de preguntas más de un estudiante, además de un profesor invitado del PP, le rebatieron algunas de sus afirmaciones.

Hay dos noticias que deberían hacer reflexionar al president: el escrache de la CUP a la sede del PP en Barcelona, lo que indica mucho sobre el tipo de socio que se ha buscado para mantenerse al frente del Govern. Y coincide también con el anuncio de Rajoy de una más que respetable cantidad de dinero para infraestructuras, que echa por tierra los discursos de los independentistas, que presentan una Cataluña castigada por el gobierno central.

Los independentistas tienen todo el derecho a defender sus ideas, pero no es de recibo que, para defenderlas, no acaten la ley y,además, mientan de forma descarada como Puigdemont, porque quedan a la altura del betún ante la gente informada.

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