Jesús Alba

De la formación a la deformarción

Pisando área

Que nadie venga a justificar un vergonzoso fracaso con el noble arte de enseñar a competir

19 de febrero 2018 - 02:31

Hace cierto tiempo cansaba, ya literalmente suena ridículo cuando los resultados de un filial son malos invocar al espíritu más puritano de la formación. Gestores que sacan pecho cuando los chavales hacen una machada y se hacen la foto disimulando su ego con el disfraz del apoyo institucional en el partido clave, el del ascenso de turno, justifican luego su fracaso con el manido argumento del aprendizaje como prioridad, siendo en realidad una fase que les importa un pimiento como tantas veces han demostrado.

En el caso de algunos clubes, la presencia de canteranos en la primera plantilla es ese pimiento grande, colorado y brillante, que luce en un cesto en el que andan muchas manos. Un canterano con ficha del primer equipo es un negocio menos, una cuota menos de mercado que mover, menos comisiones que repartir...

Entonces el filial se convierte en un trastero en el que entran los favores pendientes (o no) a los representantes, un cuartillo para los grandes pufos sin riesgo a que den dolores de cabeza porque si fracasan nadie o muy pocos criticarán o investigarán por dónde y a través de quién llegaron, promociones interesadas y otras hierbas que conocen los que andan en el día a día del fútbol.

Hay honrosas excepciones, pero, por eso, la pirámide es la que es. Primero el negocio, segundo los resultados y, por último, la formación. Así que nadie venga a engañar a nadie y a pegarse golpecitos en el pecho justificando un estrepitoso fracaso con el noble arte de enseñar a competir. Sólo basta con mirar las caras de los chavales en cada derrota para saber que no se puede tener la poca vergüenza de utilizarlas para vender que todo es por su bien, por que en un mañana estén más preparados para formar parte del primer equipo y sepan moverse en el fútbol profesional.

Claro, que cada uno se mueve en ese mundo como sabe o puede.

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