Luis Carlos Peris

Alargada figura la de Caparrós

Desde mi córner

Que circule de forma tan insistente el nombre del sustituto no se sabe si es bueno o malo para el damnificado

10 de febrero 2011 - 01:00

DURA situación la que está atravesando Gregorio Manzano y la verdad es que no parece lógico el rendimiento que el Sevilla da bajo sus órdenes. Es más, su comportamiento en la banda parecería que obedece a unos automatismos que delatan algo así como una bajada de brazos si no fuese porque siempre actuó de esa misma manera en el área técnica de cuantos equipos manejó. Y sí, la verdad es que está siendo sorprendentemente frustrante la cuenta de resultados que está obteniendo, por lo que hasta no es extraño que desde el club se estén manejando otras alternativas con el deseado Joaquín Caparrós liderándolas.

Desilusión es la palabra por el rendimiento que está dando el técnico andaluz que mejores registros presentó en la contemporaneidad. Junto a Caparrós formó la avanzadilla de entrenadores andaluces que triunfaron fuera de Andalucía, pero, curiosamente, este jiennense de Bailén fracasó en su vuelta a casa, que fue en Málaga y donde no le dejaron concluir su contrato. Y ahora, tras subir espectacularmente la cotización en el retorno a Mallorca, vuelve a mostrar su cara peor en un equipo andaluz, en ese Sevilla que nadie sabe a qué juega y que va a tener la fortuna de que esta temporada hasta el séptimo clasificado obtendrá salvoconducto continental.

Y si nadie del Sevilla está contento con los números de este hombre, no sé si será bueno que haya salido a escena el nombre del anhelado Joaquín Caparrós, ese técnico que afirma tener la sangre roja, como si hubiese otros colores sanguíneos, pero... Digo que no sé si el nombre de Caparrós como sustituto suyo va a servir de revulsivo o sólo para que acabe de bajar los brazos. No sé si será contraproducente para la buena marcha de la cosa o si espoleará al jiennense para corregir el camino que lleva el equipo. A veces suele pasar que la sombra del sustituto sirve para que el presunto damnificado se venga arriba y su trabajo recuerde al que le sirvió para ser contratado, o sea...

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