Luis Carlos Peris

Amar al fútbol es descontaminarlo

Desde mi córner

La Justicia deportiva no puede hacer lo que acostumbra, mirar hacia otra parte en casos como el del Hércules

01 de agosto 2010 - 01:00

IMPORTANTE ejercicio de higiene moral sería que las autoridades deportivas del país no hagan lo habitual en los casos de corrupción, taparse la nariz y mirar hacia otro lado. En casi todas las grandes Ligas europeas se han producido escarmientos de gran calado, pues lo mismo encarcelaron en Francia a Bernard Tapie, presidente del Marsella y ministro que ejerció con François Mitterrand, que descendió en Italia la Juventus por un más de lo mismo, léase compra de partidos o sobornos arbitrales. No eran unos cualquiera los sancionados, pero ello ocurrió en países donde se llegó hasta el fondo de la investigación y no mirando a otra parte.

El deporte español está viviendo su época más dorada y sería una pena que estos ruidos de sobornos se quedasen sin investigar. Tal dejadez salpicaría de mierda a un deporte lleno de logros tanto a nivel individual como de equipo y no merece un deporte tan laureado que la sombra de la duda revolotee sobre su tejado. Lissavetzky ha dicho que llegará hasta el final en ese caso Brugal que ha llegado al Hércules. De hasta cinco partidos ganados por el equipo alicantino se sospecha y bueno sería que el fútbol español, ese fútbol que se proclamó primero del mundo hace tres semanas, se sacudiese el problema llegando hasta el final y creando un higiénico precedente.

Resulta que el amaño de partidos no tiene todavía repercusión en la Justicia ordinaria, por lo que ha de ser la deportiva la que dictamine. No sé qué grado de culpa puede tener el Hércules y tampoco creo que su afición merezca ese castigo que sería el descenso, pero tampoco debe nuestro fútbol campeón ir de esmoquin y con los zapatos llenos por el lodo de la sospecha. Consejo Superior y Federación tienen la palabra, esta sucia pelota bota en sus tejados y hay que obrar en consecuencia para que el peso de la Justicia caiga de forma inexorable sobre el delincuente. Claro que lo primero de todo es ponerse manos a la tarea y no mirar hacia otra parte.

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