Antonio / Sempere

Cáncer

Visto y oído

16 de junio 2008 - 01:00

EN La 2 a las 2. O a las 3. Ni siquiera la edición ciertamente especial en la que el divulgador Eduard Punset dialogaba ante las cámaras con su oncólogo abordando su lucha contra el cáncer de pulmón fue motivo suficiente para que los responsables de la cadena modificasen el criterio de emisión. En La 2 a las 2. O a las 3.

De la madrugada del domingo al lunes, y no del sábado al domingo, como repitió en dos ocasiones Toni Garrido en Asuntos propios al propio Punset, sin que éste rectificara. Se nota que poco, por no decir nada, importa a don Eduardo la hora del programa. Para alguien que viaja cada dos meses a Estados Unidos y que ejerce de ciudadano del mundo, es mucho más relevante seguirlo a través de la Red o del Canal Internacional.

Lo mejor de la entrega a la que aludimos, por supuesto, fue la sinceridad. Más que del dolor propio, Punset habló del dolor ajeno. De lo que le impresionó percibir el dolor de padres y madres, de hijos y hermanos sufriendo en los agresivos procesos de quimioterapia. De esos deseos de consuelo con una lágrima en los ojos, "tranquilo, no pasa nada", cuando en realidad está pasando mucho y malo.

Punset expresó la rabia y la impotencia de que existan 30 ó 40 años de distancia entre los avances científicos y su aplicación, entre las investigaciones y su puesta en marcha. Lo que vio en los pasillos y en los ratos de espera de los hospitales, en la arena, en la práctica, contrastó con lo escuchado en tantísimas conversaciones con los más afamados especialistas. Las células terroristas, como denomina Eduard Punset una y otra vez a las cancerígenas, se combaten con tratamiento invasivos que provocan unos efectos demoledores, a su juicio desproporcionados.

Apuntó que a veces sería mejor dejar morir en paz. Arrojando pistas para la reflexión nada baladíes.

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