Hyde /

Correr o no correr

la otra tele

23 de febrero 2012 - 01:00

POCO a poco, alejándose de los muertos vivientes y centrándose mejor en los conflictos a muerte entre los vivos, la exitosa The Walking Dead va adquiriendo el tono de la cadena AMC, sacrosanta casa de Mad Men -que regresa, por fin, el 25 de marzo- y Breaking Bad, cuya quinta y última temporada, según explicaba su creador, Vince Gilligan, nos mostrará la conversión absoluta al reverso tenebroso de Walter White. Puede que los aficionados a las series de acción reprochen a The Walking dead su lentitud actual, pero da la sensación de que la larga pausa y refugio en la granja, seguramente motivada también por esos recortes presupuestarios que provocaron la escandalosa salida de Frank Darabont, ha sentado muy bien a la trama. Hay una larga tradición en la ficción anglosajona a echar mano de los clásicos. Todo acaba robándole al mejor, cómo no, a Shakespeare. Y el pulso por el poder y el liderazgo del grupo, en realidad por el amor de Lori y de Carl, y también por la propiedad de algo más, que mantienen Rick y Shane, y que cada vez fractura más al colectivo, es puro guión a lo el Bardo de Avon. Y aunque no falte en cada capítulo el momento absolutamente gore, la aparición sorpresiva de los asquerosos caminantes, la verdadera tensión y el peligro están en casa.

Con Justified, en cambio, no hay que aplaudir ningún cambio de ritmo, sino su dificilísima continuidad. En la tercera temporada todo sigue tan sensacional como en la segunda, a pesar de que todo hacía presagiar que se resentiría por una ausencia a priori tan notable como la de Mags Bennet. Como un fondo de armario sin fin, todas las apariciones en Harlan son inquietantes, especialmente los nuevos malos que le van saliendo al encuentro a Raylan Givens, ese moderno vaquero (foto).

Debemos quitarnos el sombrero, literalmente, ante el crecimiento interpretativo de Timothy Olyphant. Hay quien sostiene que Boyd Crowder, al que da vida el sublime Walton Goggins, es el verdadero protagonista de la saga. Y si bien es cierto que cada vez que sale en pantalla dan ganas de levantarse del sofá, para aplaudir o para refugiarse detrás porque sabes que algo gordo va a pasar, la maduración del personaje de Olyphant, gracias a esa progresiva debilidad y a esos diálogos , es lo que ha enriquecido a esta serie. La mejor del momento.

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