EDUARDO Tamarit ha pasado ipso facto de ser alcalde de La Luisiana encabezando la lista de IU a ser nombrado en la Junta director general de Transportes y Movilidad, con despacho en la calle Diego Martínez Barrio y parada de Metro en Viapol. Lo ha elegido Rosa Aguilar, quien hizo lo mismo en Córdoba para aceptar la oferta de Griñán. La alta velocidad andauza consiste en el transporte y movilidad hacia el Gobierno socialista de los dirigentes de IU muy descontentos con el rumbo de esta formación política en manos de militantes con profundo desfase ideológico y de espaldas a la realidad social.

El descontento con los comunistas se les pasa volando gracias al sueldo del Gobierno autonómico, con el que desde ahora no mostrarán descontento pese a que algo habrá que el PSOE haga mal pese a su llegada a las instituciones.

El transfuguismo de Rosa Aguilar ha abierto la tercera oleada generacional de trasvase izquierdista hacia el PSOE, tras las acaecidas en los años ochenta y noventa. Están llamados a sumarse Concha Caballero y Sebastián Martín Recio. "No es justo que te quieran más fuera de tu partido que dentro", señala Eduardo Tamarit. Viendo la evolución del PCA, parece claro que en su interior el talento y la visión moderna de la sociedad interclasista están penalizados. Pero quienes se atribuyen la condición de víctima no han de quejarse, pactan abandonar las alcaldías a cambio de cargos en la Junta. La razón que tienen en el fondo la pierden en las formas, porque no se van para fundar un nuevo partido con sus ideas sino que buscan alcanzar más poder.

La jugada es más redonda que un círculo vicioso: el PSOE elimina el atisbo de oposición creíble por la izquierda en pleno descontento social por la crisis; los díscolos en IU tienen la coartada de que contribuyen a un Gobierno de progreso frente a la derecha, y los Valderas, Torrijos y cachorros del PCA retroalimentan su purismo mofándose de los burgueses traidores que huyen del barco. Cada vez más vacío.