Antonio / Sempere

Notoriedad

Visto y Oído

17 de julio 2016 - 01:00

POCOS cargos públicos aportan la notoriedad que el de un presidente o presidenta de la Academia de Cine. Resulta paradójico que las dimisiones sean habituales, ya van tres, en una figura tan estratégica. Cualquiera que tenga vínculos con el mundo de la comunicación sabrá lo que cuesta posicionar una marca en el mercado. Un presidente o una presidenta de la Academia de Cine los tienen garantizados. Sus declaraciones a EFE tendrán trascendencia inmediata. El cargo, bien es cierto que no remunerado, les abrirá las puertas del larguísimo e interminable rosario de eventos relacionados con el mundo del cine que se desarrollan tanto en el territorio nacional como en el extranjero. Ahora estoy muy cansado y ya apenas salgo (Málaga es una excepción, ya tengo reservadas las fechas para la última semana de marzo de 2017) pero recuerdo cuando demostraba con hecho cómo me era posible viajar de festival en festival sin necesidad de pasar por casa en medio año seguido, del mismo modo que saltaría un mono de Gibraltar, antes de burbujas inmobiliarias varias, de árbol en árbol desde el su patria hasta Andorra, Cantabria o Galicia.Sin entrar en el fondo de los motivos de las dimisiones de Resines (ni en las de González Macho y Álex de la Iglesia) la verdad es que quienes vemos los toros desde la barrera, aun comprendiendo y tratando de empatizar con las causas de estas renuncias, no podemos dejar de pensar cuán sobrado hay que estar para decidir poner fin, voluntariamente, a una agenda tan privilegiada. "Ya está bien de perder tiempo y dinero", hemos oído. Pero a quienes no nos guía el dinero porque sólo disponemos de tiempo, dado que no traducimos nuestro tiempo en dinero sino en ocio/pasión/vocación continuados, estas renuncias son inasumibles.

Ya se encargarán de rendir cuentas a los cargos las sustitutas temporales, Ivonne Blake y Judith Colell. Les esperan los Platino Latinoamericanos, San Sebastián, todo lo que ellas quieran. Tienen el mundo a sus pies. Yo de ellas me tomaba un año sabático. O dos.

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