JOSÉ, Pepe, Mujica, de ascendencia vasca, presidente que fue de Uruguay, es un generador de opinión principal, un hombre normal, bueno, profundo en sus manifestaciones que hace que cualquier comentario, cualquier reflexión suya se transforme en la sentencia de un sabio. Y pare él, queremos transformar unas patatas a lo pobre en unas patatas a la importancia. La que tiene Mujica: "No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad".

Pocos ingredientes: "aprendí que si no puedes ser feliz con pocas cosas no vas a ser feliz con muchas cosas". Pues entonces pelamos 4 patatas medianas que cortamos en rodajas de un centímetro y medio de grosor, rebozamos en harina y posteriormente en huevo batido, las freímos en una cazuela con aceite de oliva virgen extra andaluz, nuestro, bien caliente, retiramos, reservamos y colamos el aceite. En la misma cazuela se echa un poco del aceite de haber frito que hervirá como la sangre de los pobres, machacamos entonces dos dientes de ajo que sofreímos, junto a un poco de perejil y una cucharadita de harina hasta que se dore ligeramente. Colocamos las patatas en la cazuela, vertemos un caldo de pollo casero hasta cubrirlas y le damos un toque de pimienta blanca y orégano. Dejamos cocer las patatas a fuego medio, entre unos quince o veinte minutos, hasta que estén tiernas, encantadoras como una tarde en Punta del Este. Y ya está. Para ser feliz en almuerzo veraniego, con Mujica enfrente, no hace falta nada más.. Un plato sabroso, de pobre, pero que nos sabe a vianda de mesa imperial.

Que importante esta frase suya sobre la pobreza: "Pobres no son los que tienen poco. Son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir". Más allá de la adición a la comida, "la única adicción saludable es la del amor." Sobrio. ¿Pobre?... Importante.