Luis Carlos Peris

'La buena pipa', versión bética

Desde mi córner

Lopera y la Fundación Heliópolis caen en un epistolario tedioso salvo por las descalificaciones del semidueño

01 de agosto 2009 - 01:00

VISTO cómo es el paisanaje, dan ganas de dejar por imposible esta situación que atraviesa el Betis, pero se trata, nada más y nada menos, del Real Betis Balompié, institución irrepetible y, al parecer, compuesta de material indestructible. Qué manera de ser maltratado por los que lo manejan y, en cierta medida, por gente de su infantería que utiliza las nuevas tecnologías para arremeter contra todo el que opine de forma diferente. Un dolor el Betis se mire por donde se mire y absurdo esa especie de cuento de La buena pipa en que se han enfrascado el semidueño que ejerce de dueño y la Fundación Heliópolis.

No me parece mal la postura de dicha fundación al ponerle el trapo a Lopera a ver si éste entra de cabeza, pero, conociendo al personaje en cuestión, el cruce de misivas puede tomar el camino de ese cuento sin final que es el de La buena pipa. No te digo ni que sí ni que no, sino que si quieres que te cuente el cuento de La buena pipa... Y así una y otra vez hasta que el niño se duerme, y mucho me temo que quien ahora se duerma sea el beticismo, pues la otra parte está en esas aguas a gusto como un pez. Claro que en esta versión del cuento, una parte combate el aburrimiento con sus descalificaciones habituales a personas que quieren al todavía Real Betis Balompié.

Y mientras se aclara la situación, el Betis sigue damnificándose cada día más. Una de las pruebas del estado de animadversión que despierta en todo el país es que haga lo que haga es criticado. Insisto en que lo mismo que intenta ahora para abortar el descenso lo intentó el pasado año el Cádiz y nadie alanceó al club amarillo como ahora se alancea al Betis. ¿De quién la culpa?, pues del que tiene la culpa de todo lo malo que le ocurre a un club que se desangra a chorros en un paisaje bochornoso mientras el paisanaje anda enrollado en un cuento inacabable, ese cuento de La buena pipa que nos servía de eficiente somnífero en una niñez cada día más perdida en la memoria.

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