Pilar / Cernuda

La consolidación de una estrella

Crónica personal

25 de noviembre 2013 - 01:00

SUSANA Díaz se hizo un nombre cuando Griñán la eligió para sustituirla al frente del Gobierno andaluz, sorprendió para bien cuando defendió con firmeza ideas en las que el PSOE de Rubalcaba se movía con una incómoda ambigüedad, se convirtió en una estrella en la conferencia de su partido con un discurso brillante que la militancia esperaba desde hacía tiempo, harta de divagaciones y de falta de ilusiones, y ha salido del congreso del PSOE-A consolidada como un referente del socialismo nacional.

Dice lo que los militantes y votantes esperar oír, tiene un discurso vibrante, no se ha casado con ninguna familia de las que proliferan en el PSOE, y no ha dudado en coger el teléfono para explicar su posición a quienes no la conocían en persona y dudaban de su preparación y coraje para asumir las funciones de presidenta del Gobierno de la región que decide qué partidos pueden alcanzar mayorías absolutas en España.

Susana Díaz, a la que tantos acogieron con reticencias tanto en su partido como en los medios de comunicación -empezando por esta periodista-, se ha convertido en el rostro que muchos españoles ansiaban, en la política que esperaban aquellos que habían perdido la fe, en el nombre que el PSOE necesitaba para poner como ejemplo de que se puede hacer política a través de la cercanía, sin grandilocuencias y sin arrebatos. Con ambición, eso sí, que Díaz la tiene y es indispensable en cualquier político. Ha llegado muy alto con muy pocos años y sin haber conocido la grandeza de quienes hicieron la Transición, pero ha sabido transmitir la idea de que, pasada la época de aquellos políticos que antepusieron sus intereses particulares a los de España, hay una generación de políticos que están dispuestos a hacer las cosas con suficiente rigor como para recuperar el crédito perdido. No es casual que Susana Díaz haya dado prioridad a la lucha contra la corrupción. Siendo como es una mujer que pisa la calle y conoce su pulso, es consciente del daño que ha hecho a la imagen de los políticos las docenas de casos de corrupción que se han producido en toda España, sobre todo en Andalucía.

Hasta ahora no ha tenido tiempo más que para pronunciar palabras que suenan bien, y hacer promesas que suenan todavía mejor. Celebrado ya el congreso que la convierte en mandamás del PSOE andaluz, le toca ahora gobernar. Ese es su reto: ahí demostrará si efectivamente existen motivos para considerarla el nuevo referente del socialismo, o si es flor de un día.

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