Que no distraiga lo parafutbolístico

INSTALADO con cierta solidez en la parte que le corresponde en la tabla, el Betis se topa esta tarde con el rival que fue capaz de despertar todos sus demonios familiares hace una vuelta. Justamente una vuelta de aquel mediodía de pesadilla en el corazón del Bierzo frente a una Ponferradina que sacó oro de un segundo tiempo infame de los verdiblancos mediante el brazo ejecutor de Yuri, el depredador que hizo del equipo bético puro despojo.

Fue aquel partido como el principio del fin, algo así como el kilómetro 0 de un camino que fue emponzoñándose y que dejaría las cunetas llenas. Aquel lluvioso domingo berciano iba a ser punto de inflexión para peor y la confirmación inobjetable de que Julio Velázquez no tenía futuro en el banquillo verdiblanco. Pero todo eso es historia y ya se sabe que la historia no mueve al presente, pero también hay que recordar que quien obvia la historia puede estar condenado a repetirla.

El mal segundo tiempo de Soria ha dejado al Betis fuera del ascenso directo y eso hace que las cosas se miren con más reticencias que antes de la colisión con el Numancia. El fútbol es un estado de ánimo y la segunda parte de Los Pajaritos dejó la sensación de que bien pudo hacer más. Necesita el Betis repetir con más frecuencia golpes en la mesa como el que dio en Gijón y, desde luego, necesita que la Ponferradina salga del pleito de hoy en Heliópolis con los pies por delante.

También a la frustración de la segunda parte soriana hay que dejar constancia de que las tribulaciones parafutbolísticas reaparecieron en el nido verde, blanco y verde. ¿Serán motivo de distracción esos asuntos que nada tienen que ver con el balón? Ojalá no sea así, que tanto el problemón de Rubén como la tarugada de N'Diaye no influyan en el grupo y que tampoco el recuerdo de aquel batacazo de Ponferrada alicorte a un Betis que sabe lo que se juega. O que debe saberlo.