De una idea que debería ser espejo

28 de junio 2017 - 02:31

Dieciocho chavales en la parrilla de salida en pos de la pedrea de llegar a la final para luego optar al premio gordo. Dieciocho ilusiones y un solo destino, el de hacerse con el vestido de torear que la Maestranza le regala al que llegue primero a esa meta soñada de ser el triunfador del ciclo de la oportunidad. Nueva oportunidad para dieciocho llamados que luego se quedará en tres elegidos para un solo premio. La iniciativa de la empresa que rige los destinos de la plaza de toros debería copiarse por otras empresas para que la savia nueva que necesita el toreo no se seque. No puede ser que haya una inmensa mayoría de plazas donde ni hay novilladas ni se espera que las haya en todo el año. Esto confirma que en este mundo tan vulnerable que es el toreo, el enemigo vivaquea dentro y que ni antitaurinos ni gaitas, las piedras suelen tirarse en tejado propio y punto.

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