Ricardo Castillejo

Los planes frustradosde Ostos

Cosas que pasan

30 de octubre 2008 - 01:00

USTEDES recuerdan cuando Curro Romero solicitó la disolución matrimonial a su ex, Concha Márquez Piquer y ésta se negó a tal petición considerando que, si se había casado enamorada, no creía que tal unión pudiera tacharse de error? Pues algo parecido está sucediendo entre Jaime Ostos y Consuelo Alcalá.

Estos, que sellaron sus sentimientos en la sevillana Basílica de la Macarena el 21 de octubre de 1960 -cuando la novia, con 16 años, aún era menor de edad- y estuvieron juntos hasta 1972, tendrán que enfrentarse a la divina Justicia -impartida por humanos, desde luego- cuando el Tribunal de la Rota así lo solicite. De momento, aunque Maríangeles Grajal, actual mujer de Ostos, afirmara en una entrevista que, a principios de este 2008 a punto de marcharse, pasaría por el altar con Jaime en un pueblo donde los contrayentes -combatiendo las bajas temperaturas, se entiende- irían muy abrigaditos, lo cierto es que, ante la demanda de nulidad presentada por el torero, todo permanece en suspenso.

Así, entre las curiosas alegaciones aportadas para justificar la tardía decisión -han transcurrido 48 años del enlace-, el siempre malhumorado con la prensa Ostos, alega perlas como que no estaba preparado para dar aquel paso, argumento bastante típico, y que, sobre todo, no celebró el compromiso religioso con idea de fidelidad hacia su joven y guapa esposa. Como pueden comprobar, una dosis concentrada de coherencia…

Por lo pronto, la reacción de Consuelo no se ha hecho esperar y, en lugar de responder al ataque con una ofensiva, ha decidido apostar por la paz y, de paso, por la ley. Confiada en que, cuando llegue el momento, la resolución que se tome será la más adecuada, ella acudirá a la llamada de la institución competente en estos asuntos sin abogados y dejando su caso en manos del mismo que la ligó para siempre con su ex. Si tuviéramos claro que, lo que Dios une, el hombre no debe separarlo, o no tomaríamos decisiones precipitadas, o no nos veríamos a destiempo obligados a desandar lo ya andado. Digo yo…

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