Gumersindo / Ruiz

Los precios en Andalucía

Tribuna Económica

El valor de los bienes cae un 0,8% en Andalucía. Este descenso se ve como algo positivo, aunque se mida solo en función del consumo de los residentes.

19 de abril 2016 - 01:00

El índice oficial de precios al consumo confirma la tendencia a la baja de los precios; comparando marzo de 2015 con el mismo mes del año anterior, los precios han caído un 0,8% en Andalucía, lo mismo que en España. Si los vemos desde el principio de la crisis, caen en 2009 hasta un 1,5%, y luego suben un 4% en 2010; desde 2011 los precios vuelven a bajar, y desde 2013 hasta ahora se sitúan en cero o en terreno negativo. ¿Cómo puede interpretarse esta negatividad?; ¿es bueno que los precios sigan esta tendencia?

Los cuatro grupos que más ponderan en el índice son: alimentos; transporte; vivienda; y hoteles, cafés y restaurantes. En Andalucía los alimentos ponderan algo más que en la media española, así como el transporte y la hostelería, y algo menos la vivienda. Alimentos y hostelería suben algo, pero la vivienda y el transporte caen con fuerza, lo que da como resultado -pese a que en los demás sectores todo sube un poco, a excepción del ocio y cultura-, la caída general del 0,8%. Una primera idea es que los precios a la baja benefician a los consumidores, cuyo gasto es mayor en los grupos que más caen; además, el gasto en consumo es proporcionalmente mayor para las rentas más bajas y pensionistas, con lo que lo podría verse como algo socialmente positivo. En segundo lugar, el índice mide sólo el consumo de los residentes, pero sin duda la demanda de extranjeros influye en los precios de los bienes y servicios que más consumen, y que se aplican a los residentes.

Una tercera idea es que, aunque a primera vista parece que unos precios a la baja deberían ser algo bueno, no lo es que sean negativos, porque dificultan que suban los salarios. Los sectores donde al caer los precios las empresas encuentran dificultades para trasladar a las ventas sus costes fijos, salariales, de alquileres, u otros, se encuentran en una situación desventajosa frente a otros que sí pueden repercutirlos. Las consecuencias distributivas, no queridas, de los precios negativos no son buenas. Una cuarta cuestión es la mayor competitividad que nos da a Andalucía, frente al exterior, que los precios caigan; pero visto desde otro ángulo, favorecemos al consumidor exterior, ya que cobramos cada vez menos por lo que producimos, y de alguna manera nos empobrecemos, de aquí que los precios negativos se consideren parte de una economía depresiva. Hay que tener en cuenta que si los precios de importación del petróleo repuntan, aquí habrá un repunte de los precios, pero no porque la economía sea más productiva, haya mejor empleo y salarios, y esté más alegre. Por último, los precios negativos o muy bajos, son la coartada del Banco Central Europeo para poner en negativo los tipos de interés, lo que llena de felicidad a los gobiernos y deudores hipotecados, pero arruina a los ahorradores. Podemos llegar a dos conclusiones; una, que, como todo desequilibrio, la evolución negativa y persistente de los precios no es algo sano para una economía; y otra, que unos precios en positivo, en el entorno normal del 2%, indicarían que la economía está animada y darían a las empresas mejores expectativas de futuro.

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