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PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

En su punto para Simone

EN España casi todos hemos leído a Ortega. Pero no a don José, sino a su nuera. Españoles que se han mirado en el espejo del Yo soy yo y mis circunstancias cuando han asumido su impericia en los fogones, por haberse acomodado a la crianza machista de que la cocina es cosa de mujeres resignadas como amas de casa para que se den el banquetazo los hombres amos de la calle. Y no es esto, no es esto. La ruptura de ese modelo y la liberación femenina, aunque incompleta, provocó la rebelión de las masas: si quieres comer, búscate la vida. Y en eso llegó Simone Klein con 1.080 recetas tan bien explicadas para los legos, salvando de 1.080 apuros a tanto español versado en materias de selectividad pero ignorante de cómo se hace un guiso.

La crónica sentimental de España ha de incluir a esta señora que lleva en nuestros hogares tantos años como Matías Prats y Jesús Alvarez en los telediarios. Su libro de recetas, tan bien explicadas para quien no tiene el don del punto culinario, es el utensilio más inoxidable de la cocina. Ha sobrevivido a la formica, al mueble provenzal, al duralex, a la cocina de gas, a la vitrocerámica y al silestone. Quién le iba a decir a su marido, José Ortega Spottorno, hijo de Ortega y Gasset, propietario de Alianza Editorial y cofundador de El País, que el libro más leído en la España democrática se cocía en su propia casa. Que el hobby de su esposa ha patrimonializado el apellido de la familia y ha tenido más tirón en los escaparates que La España invertebrada.

Simone ha sido la pareja de hecho de media España nacida en la época del gol de Marcelino. Tanto de hombres como de mujeres, con más latines que mañas, a los que les resonaba en sus adentros el Qué va a ser de ti lejos de casa que cantaba Serrat. Por eso, Simone, hoy procuraré esmerarme más para cogerle el punto a la sopa de calabacines con queso, al lenguado al horno con naranja y almendras, y a las peras al vino tinto. Y brindaré por ti, querida confidente del hervor.

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