La tribuna económica

Joaquín / Aurioles

El retorno de la confianza

HACE ahora un año, el rechazo a las pretensiones de endeudamiento que reflejaron en sus presupuestos algunos de los países que más habían descuidado su déficit, provocó una crisis de deuda soberana de dimensión mundial y sin precedentes en Europa. Tras los duros ajustes acordados con la Unión Europea, el BCE y el FMI y la publicación de los test de estrés a la banca europea, los mercados decidieron calmar los ánimos y restaurar su confianza en los compromisos asumidos por los gobiernos más afectados. Algunos de ellos, aprovecharon la calma veraniega para colocar la mayor parte de las emisiones previstas para el resto del año, encontrando una acogida normalmente favorable, aunque obligados a aceptar unos costes considerablemente elevados en algún caso. Grecia sigue siendo la más perjudicada por las circunstancias, pero la prima de riesgo en las emisiones de Irlanda y Portugal han vuelto a sus máximos históricos, lo que quiere decir que tampoco terminan de inspirar la confianza que debiera permitirles reducir el coste de su financiación exterior.

En España la situación es más tranquila. A pesar de que los pronósticos sobre la recuperación siguen siendo más adversos que en el resto de Europa, las nuevas emisiones se colocan con facilidad y a un coste significativamente inferior al del pasado mes de mayo. Cabe pensar que la publicación de los test de estrés a la banca ha debido contribuir a restaurar la confianza en las instituciones española y en el compromiso del Gobierno sobre austeridad y déficit. Con la credibilidad internacional nos jugamos el coste de la financiación exterior, lo que añade un plus de trascendencia al proyecto de presupuestos y a su negociación para sacarlos adelante. Los mercados saben que tendrán que seguir financiado durante algún tiempo un volumen creciente de deuda pública española, pero esperan a cambio un esfuerzo solidario de austeridad entre las diferentes administraciones públicas para una fuerte corrección del déficit en 2011.

Más compleja es la situación de la banca, aunque también menos grave en el caso de la española que en el resto. La principal amenaza proviene de Basilea III y la posibilidad de que en la reunión de noviembre del G-20, en Corea del Sur, se establezcan condiciones excesivamente exigentes en materia de garantías. La elevación de TIER 1 al 9% obligaría a nuevos esfuerzos de saneamiento y capitalización en las entidades que consiguieron superar por los pelos las últimas pruebas. Por otro lado, la denuncia en The Wall Street Journal de que se habría infravalorado la exposición a la deuda soberana de alto riesgo, entre la que incluye a la española, amenaza con una próxima extinción del efecto balsámico de su publicación. La experiencia habría servido, en cualquier caso, para demostrar las ventajas de la transparencia, lo que debería animar a corregir los fallos metodológico y a su publicación periódica. La banca española, cuya posición en deuda soberana es relativamente reducida, debería estar interesada puesto que consiguió superar la prueba, a pesar de que los activos inmobiliarios, su principal amenaza, han sido examinados con lupa.

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