La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
La ventana
CUANDO las cosas están como están para muchos de sus compañeros de partido, los reconocimientos a ella siguen sin fecha de caducidad. Rosamar Prieto-Castro se fue del Ayuntamiento por la Plaza Nueva; o sea, por la puerta grande de la Casa Grande, que ya es redundar. Todo es consecuencia de su categoría humana y de lo bien que congenió con todas las muchas varillas de ese gran abanico que se llama Sevilla. Desde la Delegación de Fiestas Mayores supo sembrar y la cosecha sigue dando frutos hasta con efecto retroactivo y esta noche va a recibir una distinción más. Ésta será por los méritos contraídos por esta sevillana vocacional en el espinoso terreno de la Semana Santa, sector en el que Rosamar se movió como a favor de querencia. Será una mención especial del Premio Demófilo que otorga la Fundación Machado a personas que, como Rosamar, aportan o aportaron a nuestra fiesta mayor.
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