Uno menos, de Ganso a Vázquez (0-0)

El Sevilla ni siquiera aprovecha el subidón anímico por el retorno de Berizzo al banquillo para derrotar a un peleón Levante

El puesto de mediapunta estuvo huérfano con sus dos ocupantes en todas las facetas

Jesús Navas centra ante la oposición de Luna en una de las subidas que protagonizó por la banda en el tiempo que estuvo sobre el campo en un día bastante especial para él.
Jesús Navas centra ante la oposición de Luna en una de las subidas que protagonizó por la banda en el tiempo que estuvo sobre el campo en un día bastante especial para él. / Antonio Pizarro
Francisco José Ortega

15 de diciembre 2017 - 22:53

Sevilla/Nueva decepción prenavideña de este Sevilla. Ni siquiera la inyección anímica que debía suponer la presencia de Eduardo Berizzo en la banda dirigiendo a los suyos después de ser operado por un cáncer de próstata sirvió para que los nervionenses se enchufaran del todo y fueran capaces de derrotar a un Levante que acumuló méritos para llevarse el punto. Porque en la lluviosa noche del Sánchez-Pizjuán pudo ganar cualquiera en un litigio que no estuvo dominado por ninguno de las dos escuadras. Y en el caso de los blancos, bien pronto habría que situar el punto de mira en una posición, la del mediapunta que debe encargarse de dar el último pase y también de ser un escalón importante en la recuperación rápida de la pelota, aspectos ambos que no se dieron en ninguno de los casos.

Porque Berizzo iba a satisfacer a una parte importante de su afición con la titularidad de Ganso, un futbolista que, con el mayor respeto tanto a él como a sus partidarios, no tiene el ritmo necesario para jugar en la Primera División española. Y, claro está, por ahí empezó a resentirse toda la maquinaria. El brasileño trotaba por el campo, pero siempre estaba detrás de un contrario cuando la pelota le caía a Banega. Imposible conectar con él. Pero no sólo se quedaba aquí la cosa, también llegaba tarde a la presión. Es como si en una piscina hay un agujero, por ahí se escapa el agua y no hay manera de ponerle el parche, sobre todo en un equipo como este Sevilla que tampoco es un dechado de virtudes físicas.

Ganso, desesperado, clama al cielo en una acción del partido.
Ganso, desesperado, clama al cielo en una acción del partido. / Antonio Pizarro

Sus defensores se quedarán con algún detallito, no sé con cuál en esta ocasión, pues sólo devolvió el balón hacia atrás y rara vez lo puso PH con un mínimo de profundidad. Encima le lanzaron una pelota larga y sólo sirvió para hacer aún más palpables sus carencias físicas. Bueno, el balance se queda en un cabezazo picado dentro del área a la media hora de juego que desvió Oier y que tal vez en un futbolista como él hubiera exigido dejar caer la pelota. Cualquier canterano que pueda actuar ahí, y está claro que esta referencia tiene a Borja Lasso como beneficiario pero también podría extenderse al rival Campaña, hubiera sido exigido muchísimo más por los suyos, pero es Ganso y ésas son palabras mayores, vaya que sí.

Berizzo debió pensar que ya estaba bien de jugar casi con diez en el minuto 67 y metió en el campo a Franco Vázquez, un valor mucho más sólido casi siempre. Y esta vez viene a cuento el casi, porque entre los silbidos con los que valoró la grada el cambio, entre que al argentino no le salieron bien las cosas al principio y entre un montón de factores más, pues la realidad es que el Sevilla totalizó los 94 minutos que duró la contienda con un futbolista menos en la trascendente posición de la mediapunta.

Fue un factor importante, indudablemente que lo fue, para que el Levante se llevara una parte del botín que buscaba en Nervión, pero no fue el único. La presencia de Berizzo en la banda hizo que los suyos salieran con toda la cuerda dada, que le metieran velocidad al juego y hasta vivieron cerca de Oier en el arranque, pero fue un espejismo. La imprecisión en el toque rápido del balón, incluido por parte de un Banega que acudía a todos los sitios para tratar de organizar, hizo que el cuadro local cada vez fuera cediendo más terreno a los granotas. Y pareció durante un tramo del primer periodo que los papeles estaban cambiados que los visitantes eran los locales y viceversa. Tal era el dominio del Levante y la presión sin que el Sevilla fuera capaz de sacar la pelota de las cercanías de Sergio Rico.

Ünal se encontró con un espectacular Sergio Rico en una cesión precisa de Campaña; Escudero después estuvo providencial con Morales en un saque directo de puerta de Oier; y Jason remató al poste en un golpe franco directo... El Levante coqueteó con el gol, aunque también sería injusto obviar que el Sevilla también contó con opciones de hacerlo a través de Ben Yedder; Ganso, en el cabezazo antes mencionado; el tirazo de Sarabia y un cabezazo al poste de Mercado.

Ambos, sin embargo, se fueron a la caseta, como después repetirían al final con el cero a cero en el marcador y es evidente que cabía esperar una reacción por parte del Sevilla de Berizzo. Y la hubo, los blancos partieron con ganas, mucho más rápidos y más precisos, sobre todo a través de un Correa que subió bastante su nivel en el segundo tramo del encuentro. Pero entonces faltó acierto arriba ante el gol y algo de fortuna, elementos indispensables para ganar en el fútbol. Particularmente llamativo fue un balón estrellado por Ben Yedder en la cara de Oier, aunque fueron varias las opciones claras para haber decantado la cosa hacia el bando local.

¿Suficientes cuando se está analizando un duelo entre el Sevilla y el Levante? Probablemente, no. Está claro que Berizzo, en la oportunidad que le concedió a Ganso, provocó que, junto a la nula aportación después del Mudo Vázquez, los suyos partieran con un elemento menos sobre el campo y eso, en un fútbol tan igualado, es jugar a la ruleta rusa.

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