Debate 'encarnizado'

Cinco llagas

Sesión tranquila; presidenta nerviosa. En una sesión que parecía tranquila, sin primeros espadas, Bosquet se atravesó con los díscolos diputados socialistas

El portavoz del PP Nieto procura el lucimiento de su jefe el presidente Moreno en la sesión de ayer.
El portavoz del PP Nieto procura el lucimiento de su jefe el presidente Moreno en la sesión de ayer. / EFE

Debate sin sobresaltos, pero encarnizado. El único candidato a la presidencia de la Junta en diciembre de 2018 que habló ayer en la sesión de control en el Parlamento andaluz fue Moreno Bonilla. La baja maternal de Susana Díaz, el turno de IU en la portavocía de Adelante y el relevo en la dirección de Vox dejó solo al presidente. Fue una extraña sesión de transición a la espera de que vuelva la expresidenta y se consume el divorcio en Podemos. Pero ahí estaban José Antonio Nieto (PP) y Marta Bosquet (Cs) dispuestos a aportar calor y color para que no se aburriera la afición. La presidenta de la Cámara fue víctima de una extraña irritación con el díscolo grupo socialista, que lleva mal haber perdido el trono de San Telmo y no controlar el Hospital de las Cinco Llagas.

Harta de rogar compostura, decoro y respeto a sus señorías, que más bien parecían párvulos, Bosquet les pidió "encarnizadamente" silencio y no contenta con eso añadió que si querían hablar "lo hicieran en silencio". Consciente del acto fallido lo volvió a pedir al rato "encarecidamente". Nieto también estuvo encarnizado, pero en su caso contra el Gobierno de la nación, en un nuevo capítulo de la serie a la que hace tiempo se abonaron los populares: convertir estas sesiones quincenales en interpelaciones al Gobierno central con la bandera del 28-F en la mano.

Mientras que el PSOE no se encuentra a sí mismo fuera del poder, el PP ya se mueve dentro de él como pez en el agua. Moreno repitió varias veces que su gabinete ha venido a hacer reformas y cambiar las cosas. Nieto preguntaba por el diálogo de los gobiernos de España y Cataluña y la solidaridad territorial. O lo que es lo mismo, le puso la carambola a su jefe como cuentan que se las ponían a Fernando VII.

En el primer acto, el portavoz popular aludió a las "mentiras" y agravios del Gobierno de Pedro Sánchez. Se pueden resumir con tres ideas: 1. No devuelven los 537 millones del IVA de 2017. 2. No han abordado como prometieron un nuevo sistema de financiación "que sustituya al que pactó Zapatero con ERC", que tanto perjudica a Andalucía. Y 3. La reunión en Barcelona y Madrid con el Gobierno catalán es una vergonzante claudicación que atenta contra la unidad de España. Acto seguido, para subir la emoción en un intercambio de mesa de camilla para mayor gloria de su jefe, Nieto invocó los nombres de Rafael Escuredo y Manuel Clavero como ejemplo de la defensa de "los derechos de nuestro pueblo". Encadenó que nadie va a disfrutar de más de lo que le corresponde a Andalucía y se agarró al 28-F, que calificó como la lucha del conjunto de todo el pueblo andaluz.

Conseguido ese punto álgido de andalucismo, Nieto no se detuvo: aseguró que Andalucía será garante de la solidaridad entre los españoles y le dio paso a Juanma Moreno con el momento Fernando VII: millones de españoles y todos los andaluces "necesitan líderes como usted". [Ese culto a la personalidad se presta a preguntas sugestivas: ¿alguien en San Telmo pone otra vez la vista en La Moncloa?].

La respuesta que el presidente Moreno se había traído escrita de casa estuvo a la altura de introducción tan gentil. Primero se trataba de sacudir de lo lindo al rival que gobierna en España, que según él ha consumado la semana pasada un gravísimo error histórico contra la democracia y el estado de derecho. Siguió por esa misma senda: los españoles tomarán nota de que se ha negociado con condenados por vulnerar el marco constitucional y estatutario. Dijo el presidente que la izquierda ha traicionado el marco de convivencia y la igualdad entre los españoles y que Andalucía no puede estar callada. Y remató con el instante cumbre de esta escenificación, asegurando que si tiene que elegir entre el PP y Andalucía se va a quedar siempre con Andalucía.

El otro portavoz gubernamental, Sergio Romero (Cs) dedicó su pregunta al campo andaluz. Y por una vez no hizo mención a los pasados gobiernos socialistas. Habló del estado de desesperación de los agricultores, que personificó en un amigo suyo que produce boniato en Villamartín, Chipiona y Sanlúcar. El presidente entró al quite, habló de año terrorífico, con subidas en los costes de la energía, la mala temporada climatológica, los aranceles, el Brexit y la amenaza de rebaja de las ayudas de la PAC.

Y Romero se envalentonó tanto con la pesadilla que vive la agricultura andaluza que la minusvaloró: aseguró que el aceite de oliva andaluz solo se vende a quince países. [Tiene poca idea el diputado de la extraordinaria potencia mundial del sector olivarero regional. Sólo DCOOP exporta a 72 países].

Un José Fiscal sobreactuado sustituyó a Susana Díaz empeñado en considerar un éxito la huelga del 4 de marzo en defensa de la educación pública. Moreno le contestó que el seguimiento de la huelga fue del 15% [aunque en Cádiz y Granada pasaron del 26%]. Y se enredaron sobre verdades y mentiras.

El portavoz de Vox se interesó por la conflictividad laboral para hacer un pupurrí. Empezó hablando de la huelga no completada en Canal Sur y celebró que haya habido diálogo. No cuestionó el derecho de huelga; al contrario, dijo que respetaba la legítima lucha de los trabajadores desde mediados del siglo XIX... Pero era una cataplasma para reprocharle al presidente a continuación que hubiese recibido al secretario general [Alejandro Hernández dijo presidente de un sindicato] en San Telmo, a pesar de que a ese sindicato le reclama la Junta 7,5 millones de euros. Añadió que quienes "defraudan y delinquen siguen siendo recibidos en las instituciones". Moreno contestó que cree en el diálogo social y que la huelga es el último recurso. Hernández calificó de espuria la huelga de educación del miércoles y volvió a desdeñar a los sindicatos de clase aficionados "a las mariscadas y las esteladas".

Y Vox protagonizó el intercambio de Inmaculada Nieto (Adelante-IU) con el presidente a propósito de la violencia machista en vísperas del 8 de marzo. Con buen tono en las formas y dura en el fondo, Nieto es de la escuela de Maíllo. Insistió en la brecha salarial, el reparto de roles en la sociedad y los esfuerzos adicionales que tienen que hacer las mujeres en el ámbito doméstico y profesional.

Moreno ofreció un gran acuerdo por la igualdad real entre hombres y mujeres y contra la violencia de género. Pero Nieto le espetó que no está en condiciones de hacerlo, porque ha vinculado el futuro de su presidencia a un grupo que niega que la violencia de género sea un problema, que además acaba de impedir una declaración institucional sobre el 8-M. Una negación más que empecinada, encarnizada.

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