La ventana
Luis Carlos Peris
Largo y muy cálido este verano
Tiempo hubo y ya lejano en que el jardín de los Montpensier reconvertido en Parque de María Luisa era fuente inagotable de inspiración para vates y pregoneros vocacionales o de ocasión. Las palomas de la Plaza de América siempre revoloteaban sobre las meninges de esos exquisitos de la pluma que usaban el lugar como metáfora trashumante con la que elogiar la faena de un artista. Por ejemplo, un lance de Pepe Luis en el albero maestrante era algo así como el vuelo de una de esas palomas y perfumaban los rosales cuando Juana Reina ponía en pie el teatro San Fernando. El parque era fuente de inspiración para todo el que se ponía a escribir con ganas de gustarse. Era un puro encaje de vegetación y arquitectura de don Aníbal que en nada se parece al mustio collado que pretenden el vandalismo y la desidia.
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