El acusado del crimen de Almonte no tiene perfil de psicópata ni de celoso

Un informe forense descarta un trastorno que alterase sus capacidades y conducta

La Guardia Civil, delante de la casa donde se produjo el crimen en Almonte.
La Guardia Civil, delante de la casa donde se produjo el crimen en Almonte.
J. A. C. Huelva

08 de enero 2016 - 05:04

El perfil psicológico de Francisco Javier Medina, el único acusado por el doble crimen en el que fueron asesinados Miguel Ángel Domínguez y su hija, de 8 años, en el domicilio en que ambos residían en Almonte (Huelva) en abril de 2013, no responde al de un asesino psicópata ni actuó movido por los celos, según se desprende de un estudio psicopatológico realizado en las diligencias previas a instancias del Juzgado de Instrucción número 1 de La Palma del Condado.

El informe fue solicitado por el perito de la acusación particular, el prestigioso forense Luis Frontela, si bien, dado que los resultados que arrojó no convencieron a la acusación, fue la defensa del acusado, pareja de la madre de la menor cuando sucedieron los hechos, la que solicitó que así constara al entender que sus resultados desmontaban el móvil pasional provocado por los celos y la ira como una de las líneas argumentales de la instrucción.

Según las conclusiones de dicho informe, la defensa del acusado, privado de libertad desde 2014, considera que "se desmonta" una de las principales líneas argumentales de toda la instrucción, la del supuesto crimen pasional, dado que -argumenta- los resultados descartan "los celos enfermizos de Francisco Javier Medina frente al difunto Miguel Ángel" como móvil del mismo.

En este sentido, insiste la defensa, el perito de la acusación particular, Luis Frontela, entendía que si no existían motivos pasionales, el crimen sólo lo podía hacer "un auténtico psicópata", lo que, a su juicio, ha quedado "desvirtuado" a la luz de los resultados del informe, del que se desprenden rasgos de la personalidad y conducta de Francisco Javier Medina que, en el momento de la exploración, no coinciden con los de una persona que padece enfermedad mental o anomalías psíquicas que, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, alteren patológicamente su conducta social.

Según rezan las conclusiones del informe, realizado por un médico forense del Instituto de Medicina Legal de Huelva y un psicólogo, tras reconocer en varias ocasiones al acusado, en el momento del reconocimiento constan que "no existe en la exploración psicopatológica ningún trastorno de la suficiente entidad como para alterar sus capacidades cognitivas y volitivas, que se encuentran conservadas". "La estructura de personalidad del sujeto no aporta ningún dato significativo, considerándose convencionalmente normal", recoge el dossier, que apostilla "que parece haber mantenido siempre una vida normalizada y adaptada", refiriendo que el acusado "mantiene adecuadas relaciones familiares y de amistad, y una muy buena adaptación a su sociedad".

A tenor de los resultados extraídos de los datos analizados en la exploración, el informe concluye que "no se puede determinar ni objetiva ni científicamente si existían", en el momento de ocurrir los hechos, "circunstancias psíquicas que por su naturaleza o intensidad tuvieran alguna influencia o modificación sobre sus capacidades cognitivas y volitivas, dado que el informado niega taxativamente los hechos que se le imputan".

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