Desde el minuto cero (0-3)
Tenerife-real betis
El Betis no sólo salió muy enchufado, sino que antes ya había ganado el sorteo de campos para jugar a favor del viento. Sólo con eficacia, los béticos anularon a un Tenerife plano.
Si a un buen aficionado que no haya visto el partido se le pone la cinta de vídeo a poco de iniciado el partido, quizá crea que éste discurre ya por su minuto quince si se fija en los once hombres que ayer vistieron de verdinegro. El Betis entra enchufadísimo a los partidos. Trata de tomar el balón, de jugarlo y, sobre todo, de presionar al rival en unos terrenos en los que cualquier robo o despiste puede convertirse en gol.
Ayer, además, fue un equipo inteligente y aprovechó la fortuna de haber ganado el sorteo de campos, ése que los hinchas radicales dicen molestarse si los gana su eterno rival. Arzu, que volvía al once inicial tras largo tiempo ausente del mismo, oficiaba como capitán. Y, claro, le quitó la querencia al Tenerife, que suele iniciar los partidos atacando hacia la que aquí denominan portería de Popular. Esta vez no fue así. El anunciado vendaval lluvioso anunciado en las vísperas, se quedó en un fuerte viento del Oeste que motivó que Arzu apostara a su equipo en la portería de Herradura y atacase hacia la que suele su rival, con el fin de tener el viento como aliado.
Ahí, aunque pueda parecer un detalle nimio, comenzó a labrar la que luego sería una incontestable victoria sobre un Tenerife con el encefalograma plano y con futbolistas que se atiborran de nervios con el balón en los pies o con Emana enfrente.
Su puesta en escena resultó indefectiblemente ganadora. El Tenerife dio la impresión de querer quitarle el balón al Betis y molestarlo, pero este equipo lo hace todo a una marcha menos que los hombres de Pepe Mel, aunque vistos los últimos partidos en su conjunto más bien habría que decir que es el Betis el que goza de una privilegiada marcha de más.
Con una especie de 4-4-2 que en realidad es un 4-3-3 porque Rubén Castro, aunque caiga a la derecha, no puede ser más delantero de lo que es, prácticamente los diez futbolistas de campo del Betis se metieron en el terreno de juego rival y los goles fueron llegando solos para que poco después de la media hora el partido estuviese sentenciado con un 0-3 que se veía tan justo como irremontable para el Tenerife, un equipo cuya intensidad en la presión también es muy cuestionable por más que se empeñe Mikel.
A los ocho minutos, la potencia de Emana se iba a coronar a través de su pierna izquierda tras un buen servicio de Jorge Molina. Antes de cumplirse el veinte, iba a llegar una jugada clave. Rubén Castro se aprovechó del viento a favor para que éste le diese la velocidad precisa a una medida vaselina desde treinta metros que sorprendió a un adelantado Sergio Aragoneses, quien además no supo reaccionar con prontitud y, aunque tocó el balón no fue capaz de evitar que se alojase en su portería, esa de Popular sobre la que azotaba el viento del Oeste.
Se sentía cómodo el Betis, que atosigaba al rival. Sin levantar el pie del acelerador en ningún momento, la presión, en la que no destacó excesivamente Iriney porque fue muy coordinada y participaron todos, metió al Tenerife en un lío continuo.
Atolondrado por la engrasada máquina verdiblanca, fue Julio Álvarez quien se iba a ver impelido a un grave error defensivo. Cogió el balón muy cerca de su portería en la posición del lateral derecho y fue conduciéndolo hacia el centro con los futbolistas del Betis cerrándole los caminos. Hasta que no vio otra solución que cedérsela a David Prieto. El central cedido por el Sevilla, un futbolista muy limitado técnicamente y nervioso hasta provocar que la grada lo reprobara en distintas ocasiones, no controló bien el balón que le llegó y cuando quiso reaccionar se encontró con que la velocidad de Emana, muy atento siempre ayer, ya le había permitido conectar al camerunés el disparo decisivo.
El 0-3 antes de que se llegara al descanso era incontestable. Porque, además, Goitia apenas había tenido que intervenir con un Roversio cada día más rápido y asentado (se le vio incluso riñendo a Salva Sevilla por una desaplicación defensiva del virgitano) y un Dorado que ve la acción de peligro antes de que se produzca, de ahí que de peligro, nada de nada.
Empero, el solaz verdiblanco derivó en una segunda parte un tanto anodina. El Tenerife no está ni para exponer y sólo en una contra de Nino y en un disparo alto de Mikel inquietó a Goitia. El Betis, con esa pizca de intensidad perdida, no se volvió sin embargo más preciso. Y con la entrada de Juande por Jorge Molina tampoco se sintió del todo cómodo.
Pero el marcador era irrefutable. La victoria en el primer partido de la era de Gordillo no se iba a escapar por ningún motivo. Y la verdad es que el presidente lo necesitaba. Aunque antes del partido decía que le daba igual, seguro que algún imbécil hubiese sacado astillitas de un empate o una derrota. Algo imposible con este Betis que gana hasta el sorteo de campos.
Árbitro: Gil Manzano HH (extremeño). Salvo un error al no conceder una clara ley de la ventaja a Emana en los inicios del partido, perfecto en un partido muy cómodo. Además, sin necesidad de recurrir a las tarjetas apenas y dejando jugar.
Tarjetas: Amarillas Nino (73').
Goles 0-1 (8') Emana. El camerunés recoge en el vértice izquierdo del área un gran pase de Molina, se adentra unos metros y larga un zurdazo potentísimo al primer palo. 0-2 (19') Rubén Castro. El canario ve la posición adelantada de Sergio Aragoneses y le envía una vaselina desde unos 30 metros que lo supera pese a que éste llega a tocar el balón. 0-3 (35') Emana. Julio Álvarez enreda con el balón en defensa, se lo cede a David Prieto y el mal control de éste lo aprovecha el camerunés, muy atento, para batir al portero a un toque desde el punto de penalti.
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