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Shorta, el peso de la ley | Crítica

Un día de perros en el gueto

Una imagen del intenso policiaco danés de Frederik Louis Hviid y Anders Ølholm.

Una imagen del intenso policiaco danés de Frederik Louis Hviid y Anders Ølholm.

Hay una Dinamarca bien distinta de la que nos hablan las películas de Vinterbeg, un país multicultural que, como tantos otros en la decadente Europa del bienestar, no está sabiendo gestionar las consecuencias de una (mala) política de integración que ha dado la cara en forma de racismo creciente, delincuencia y guetificación de las comunidades inmigrantes.

De esa otra Dinamarca habla precisamente esta Shorta que, con un ojo en policiacos posmodernos como Training day y otro en ese cine de crónica de la banlieu del que Los Miserables ha sido la última muestra de éxito, despliega un frenético y estilizado thriller de acción física, testosterona y adrenalina en el laberíntico paisaje de hormigón del barrio de  Svalegarden, en Copenhague, convertido en campo de batalla urbana entre dos policías mal avenidos y las bandas del barrio enfurecidas tras la muerte de un joven vecino de origen árabe en lo que parece haber sido un caso de brutalidad policial.

Mucho más interesante en su primer tramo de presentación de personajes (ya saben, poli bueno y poli malo en tensión y contención constantes) y toma de contacto con el lugar, un tramo en el que afloran ya las corrientes racistas y el ánimo de confrontación y venganza que rige por encima de la ley, Shorta empieza a perder fuerza e interés a medida en que despliega su estirada trama de huida y persecución por el barrio y empiezan a notársele ya demasiado las costuras de un guion didáctico y unos azares, encuentros, tiroteos, peleas (perro incluido) y desdoblamientos dispuestos para subrayarle al espectador la moraleja sobre la situación, que se nos antoja mucho más compleja en origen de lo que este entretenido thriller es capaz de rasgar.