Previsión El tiempo en Sevilla para el Viernes Santo

CAZAFANTASMAS: MÁS ALLÁ | CRÍTICA

De padres e hijos: nostalgia de los 80

Mckenna Grace, Finn Wolfhard y Logan Kim en la cinta.

Mckenna Grace, Finn Wolfhard y Logan Kim en la cinta.

Cada generación tiene sus mitos iniciáticos en los placeres del cine que siempre se basa en películas de fantasía y aventuras. Para la generación que fue niña o muy joven en los 80 sus películas iniciáticas fueron El imperio contraataca (Kershner, 1980), Indiana Jones en busca del Arca perdida (Spielberg, 1981), ET (Spielberg, 1982), Poltergeist (Hooper, 1982), Gremlins (Dante, 1984), Exploradores (Dante, 1985), Regreso al futuro (Zemeckis, 1985), Los goonies (Donner, 1985) o Cariño, he encogido a los niños (Johnston, 1989)… Y por supuesto Los cazafantasmas de Ivan Reitman en 1984. Ahora, con la autoridad que le da ser su hijo, Jason Reitman retorna al original (u originales porque su padre rodó una secuela en 1989) para partir de él, ignorando el fallido reinicio de la serie que Sony hizo en 2016 tras verse obligada a renunciar a hacer una secuela directa por la negativa de Bill Murray y el fallecimiento de Harold Ramis.

Reitman Jr. se ha hecho un prestigio sólido y cargado de premios desde sus dos primeros largometrajes (Gracias por fumar y Juno, 2005 y 2007) a los que, no sin algún traspiés, siguieron títulos estimables como Up in the Air (2009), Young Adult (2011) o Tully (2018). Una trayectoria de comedias dramáticas de aire indie que no hacia presagiar que cogiera el testigo de su padre.

Tiene lógicamente mucho de fantástico, por supuesto, pero afortunadamente más volcado en los relatos clásicos de fantasmas con casas heredadas y antepasados que dejan curiosas herencias que en monerías digitales; pero también tiene un singular aire de nostalgia. Es como si Reitman Jr. homenajeara a Reitman Sr. con una película que pueda ver hoy quien fue niño o muy joven en los 80 acompañado por su hijo.

Lo heredado no es un caserón neogótico en Escocia o Nueva Inglaterra, sino una granja en Oklahoma. El antepasado no es un Baskerville o un Usher sino más bien un Carnacki, el cazador de espectros creado por W. H. Hopson, antecedente victoriano de los Cazafantasmas. Porque es el Dr. Egon Spengler que fue interpretado en la película del 84 por Harold Ramis, el buen actor y director (suya fue Atrapado en el tiempo) fallecido en 2014 al que en esta película se hacen varios y sentidos homenajes.

Curiosamente el hijo de Reitman opta por seguir más la senda amable de las producciones de los 80 de los Spielberg, Donner o Dante que la de su padre, más gamberra y contestataria (ahí fue nada meter en el mismo saco a Bill Murray, Dan Aykroyd y Harold Ramis). Quizás ha sido un intento de sumar públicos jóvenes y adultos. Quizás de llevársela un poco al terreno de los conflictos generacionales y adolescentes, tan propio de Reitman Jr. Quizás por no competir con la pieza ya clásica de su padre. El caso es que el resultado, inferior al original, es apreciable como amable cine fantástico y, desde luego, como pieza de nostalgia por los 80, incluidas las presencias un poco chuflas de algunos protagonistas de la película del 84. Quizás, por ello, llegue más a quienes entonces la vieron que a sus hijos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios