Cómic

Entre dos tierras

  • Abrid los ojos ante una espectacular experiencia gráfica de la mano de uno de los autores más interesantes del momento

Detalle de la ilustración de portada.

Detalle de la ilustración de portada.

A través de los cientos de páginas protagonizadas por el ex cirujano reconvertido en Señor de las Artes Místicas, nos hemos sumergido en extraños paisajes que parecían sacados de la imaginación de un loco. Universos imposibles, creados en un principio por el enorme talento de uno de sus padres creativos, Steve Ditko, que nos mostró lo que nunca otro dibujante se había atrevido, o sabido, plasmar en las viñetas. Dimensiones alternativas, mundos desconocidos en los que el Doctor Extraño tuvo que enfrentarse, y aún hoy sigue haciéndolo, a peligrosas amenazas.

A lo largo de los años han sido varios los artistas que han compartido aventuras con este singular personaje dentro del vasto Universo Marvel. Talentos como Gene Colan, Frank Brunner, P. Craig Russell, Geoff Isherwood, y en los últimos tiempos, Marcos Martín, Gabriel Hernández Walta, Chris Bachalo o el dibujante que en la actualidad es el encargado de dibujar su colección, Pasqual Ferry.

Sin embargo, la libertad que te da el no estar sometido a la continuidad crea obras como este Amanecer de otoño, una auténtica joya, una obra maestra que abandona el mundo de los superhéroes y nos adentra en otro lugares, conceptos fantásticos, hasta ahora desconocidos.

Como desconocido es el paradero donde Stephen Extraño despierta. No sabe qué hace ahí, ni cómo ha llegado a este paisaje que es totalmente desconocido. Y tras incorporarse se percatará de que no está solo, ya que junto a él reposa una sollozante figura bajo un sudario a la que tendrá que calmar en su desesperación.

Sin una brújula o mapa que le indique qué dirección tomar, el protagonista comienza a caminar y, junto a nosotros, lectores, recorre paisajes imposibles, extensas llanuras cuyos colores pertenecen a una nueva paleta. Tan solo la inesperada aparición de dos curiosos 'guías' conducirán a Extraño hacia las inmediaciones de una ciclópea urbe, donde la violencia se desata y, aunque éste haga uso de sus poderes místicos, de poco le servirán cuando terminen encarcelado en una jaula, junto a una singular pareja de extraños…

Conducidos hacia la ciudad de Sanc Nistos, la memoria de Extraño comienza a aclararse y recuerda a una mujer, Sophia, imponente en presencia, que llamó a la puerta de su sancta santorum, pidiéndole un favor que implicaba la doble labor de médico y místico.

Mientras rememora estos hechos, que suceden en paralelo a su estancia en este extraño lugar, conocerá la identidad de los otros dos personajes del carromato enjaulado. Sus nombres son Yalda y Still Mona, y le van a proponer al protagonista la aventura de su vida, una experiencia totalmente inesperada y letal.

Tradd Moore es de esos autores cuya trayectoria solo puede definirse con una palabra: Evolución. A través de toda su carrera ha ido marcando un camino en lo gráfico que siempre ha sido original, ya fuera en la saga de Luther Strode, en The New World, o a través de sus trabajos en La Casa de las Ideas, donde nos ha regalado maravillas como su etapa en Ghost Rider o, claro está, el salto definitivo en lo gráfico y narrativo que supuso su obra maestra Silver Surfer: Negro, que fue el escalón que le llevó a esta última maravilla, Amanecer de otoño, donde con completa libertad creativa, donde planea la influencia del maestro Philippe Druillet, también creador de paisajes imposibles, y junto a su pareja, Heather Moore, componen una nostálgica sinfonía que hay que disfrutar con los ojos abiertos de par en par, y a la que, claro está, beneficia, el gran formato en la que Panini Cómics la edita.

Si existiera una imaginaria galería donde colgar las mejores obras nacidas del Noveno Arte, os aseguro que ésta tendría un lugar destacado.

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