CON el Crystal Palace-Arsenal arrancaba anoche la Premier, el Lyon-Ajaccio iniciaba la Ligue 1 francesa y el Bayern inauguraba la Bundesliga en casa del Eintracht, inmediato rival del Madrid el próximo miércoles en la Supercopa europea. Se acaban las balas de fogueo y empieza el tiroteo real mientras aquí andamos en la tesitura de qué se puede hacer para reforzarse y qué no, lo que está aviva la sensación del agravio comparativo.

Los que presumen de seguir los dictados de LaLiga andan mascullando en los oídos de gente afín su malestar. Lógicamente se sienten perjudicados por el hecho de haya rivales que se agarren al clavo ardiendo de las palancas en vez de ir muriendo por consunción. Estamos a punto de entrar en la semana de que LaLiga alce el telón con ese Osasuna-Sevilla del viernes y no se sabe cuáles serán los poderes no sólo del Barça sino de bastantes más.

Las palancas y sus circunstancias se han convertido en la estrella informativa del verano. De este verano tan caluroso y largo, con tantas incógnitas a despejar de cara a un curso preñado de competitividad. El Barça es el centro de las críticas por esa abundancia de fichajes al poco de desvelarse su ruina con otra incógnita a retortero, la de si podrá cumplir con los vendedores, con los clubes de procedencia de tanta estrella como ha arribado este verano al Camp Nou.

Y mientras tres grandes Ligas echaron a andar, esta noche tenemos ración doble de bolos en Sevilla. Ambos a las nueve de la noche con el plato fuerte de la presentación del campeón de Copa ante su gente ante una Fiorentina que figura con letras de oro en la historia bética y otro guiso sabroso como el Memorial AntonioPuerta. Enfrente el Cádiz, que tan contundentemente cayó antier en el trofeo Carranza, conque a falta de pan liguero, tortas veraniegas.