Fútbol | Campeonato de Europa sub 21

Ceballos y Fabián, el pundonor sevillano

  • El utrerano y el palaciego capitanean a la selección española en el Europeo sub 21 y dan lustre a la cantera provincial

  • Pese a compartir inicios en las categorías inferiores del Betis, tuvieron un desarrollo muy dispar

Fabián celebra junto a algunos compañeros su gol a Polonia.

Fabián celebra junto a algunos compañeros su gol a Polonia. / Alfio Guarise / Efe

Parece algo propio de la ficción que en una franja de terreno tan escasa naciesen dos jugadores de tal proyección. Y en un intervalo de meses. Dani Ceballos y Fabián Ruiz, ambos de la quinta de 1996, capitanearon a la selección española en la rotunda goleada a Polonia (5-0), en la tercera jornada del Europeo sub 21. E hincharon el pecho de los aficionados sevillanos. El talento de ambos, eso sí, es conocido desde hace tiempo en todo el país.

Uno natural de Utrera y el otro de Los Palacios, fraguaron su amistad en las categorías inferiores del Betis. Y si bien ambos debutaron con el primer equipo de Heliópolis en el mismo año, 2014, su desarrollo fue muy dispar. El camino hacia la élite de Ceballos, insolente con la pelota y sin ella, fue mucho más corto que el de su compañero. Fabián, más reservado, tardó en destaparse algo más. Él tuvo que lidiar, además, con un estirón repentino que lo obligó a readaptarse a las dimensiones de su cuerpo. Creció 30 centímetros en un lapso de un año.

Para Ceballos no existían pausas. Ni en la travesía ni en el césped. A la vez que exhibía unas dotes innatas para agarrar el cuero, aguantarlo y escurrirse entre las estocadas rivales, mostraba una rabia difícil de ver en un jugador tan joven. Esa incontinencia con la que lo hacía todo lo penalizó primero ante Mel y luego ante Merino. Pero su calidad siempre terminaba haciéndole sitio en los onces verdiblancos. Después se topó con Poyet, quien lo apartó sin que nadie supiese muy bien por qué. Y durante esos meses fortaleció su tren inferior con dobles sesiones de entreno. Para cuando Víctor Sánchez del Amo llegó al banquillo, él era ya un centrocampista multidisciplinar. Desbordaba, distribuía, filtraba, y a la vez se acercaba a las 10 recuperaciones de balón por 90 minutos. En julio de 2017 marchó al Real Madrid. Aunque en Chamartín no le ha ido como esperaba.

"Tengo la sensación de que estoy dirigiendo a futbolistas que van a hacer historia" - Luis de la Fuente, técnico de la selección española sub 21

Más grises eran aquellos días para Fabián. Sin oportunidades suficientes en el primer equipo y mientras su amigo brillaba, el palaciego pasó un semestre cedido en el Elche. Y aunque regresó a Sevilla mucho más fuerte, no se le pronosticaba un hueco en los planes de Quique Setién. Con el paso del verano, sin embargo, fue convenciendo paulatinamente al técnico. A mediados de octubre de 2017 ya era un fijo para él. Se ganó su confianza jornada a jornada y mejoró notablemente en la lectura del juego. Pero fue a comienzos de 2018, cuando el cántabro lo acercó más a Guardado, cuando explotó de manera definitiva.

La frecuencia con la que se ofrecía en la salida de balón y la astucia con la que elegía dónde hacerlo lo convirtieron en uno de los pilares del equipo en la segunda vuelta. Y aunque visitaba menos el balcón del área, un gol suyo al Málaga selló el retorno del Betis a competiciones europeas. Ya en Nápoles, una lesión muscular retrasó su estreno en la Serie A y alimentó las habladurías sobre si valía lo que habían pagado por él. A finales de octubre, tras las primeras apariciones del andaluz, un periodista preguntó a su entrenador si a éste se le había subestimado. "¿Subestimado por quién? Por nosotros seguro que no", pontificó Ancelotti.

No tardó Fabián en irrumpir en el equipo y en demostrar que se haría un hueco también en la liga italiana. En tierras transalpinas tuvo lugar su exhibición más reciente. Concretamente, en el estadio Renato Dall’Ara de Bolonia. La impartió junto a su camarada Ceballos, criado a apenas 15 kilómetros de su pueblo. El envite ante Polonia los definió a los dos.

El palaciego se mostró elegante, catalizador y sin miramientos a la hora de apuntar a portería. Minutos después de estrellar el esférico por segunda vez contra el travesaño polaco, encontró la red con una rosca mágica. El utrerano, más anárquico a la hora de moverse y también más barroco al asociarse, firmó otro golazo en una falta directa. Ambos colocaron en un pedestal a la cantera de la provincia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios