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Controles y pausa decisivos

  • El césped artificial aviva el balón: ahí Kanoute es más Kanoute por su calidad · Tras 20 minutos sin asentarse en esta superficie, el toque de los medios aplacó al Red Bull

En cuanto apareció ese toque mágico que pretende Jiménez al jugar con un solo punta, el Sevilla respiró y llevó el partido a su terreno. Antes, en los primeros veinte minutos, los sevillistas trataban de adaptarse al bote vivo y al deslizamiento del balón sobre la hierba artificial. Tardó en descifrar los particulares códigos que encierra este deporte sobre una superficie que no es la suya, pero lo hizo a tiempo, antes de que el Red Bull aprovechara una de sus acometidas para hacer un gol y meter miedo al rival.

Defensa

Pitó el árbitro ruso el comienzo y el Red Bull se volcó sin contemplaciones. Y bien. Ya sabían de cómo escupía la pelota el césped sintético y pisaban con más firmeza que los sevillistas. Sobre todo Jezek por el flanco de Crespo, que concedió varios centros realmente peligrosos al corazón del área. La pareja de centrales internacionales por Francia, Squillaci y Escudé, apagó los conatos de fuego en esa fase ciertamente delicada.

Junto a los stoppers, fue clave para capear el temporal el toque de Duscher, Romaric y Renato cuando se adaptaron a ese balón vivo; al Salzburgo se le aplacó el ánimo. Ni con Red Bull encontraron más alas.

Ataque

Cuando el Sevilla se asentó y encontró la pelota, aparecieron los jugadores de ataque. Renato dejó claro que es el mejor enlace de este Sevilla, y los extremos se soltaron con explosivas carreras en las que superaron a sus marcadores.

Jugar en hierba artificial debe beneficiar a los más técnicos, ya que los controles se complican ante un balón tan vivo. Y así lo demostró Kanoute en una de las referidas incursiones desde las alas. La hizo Adriano, y el malí se desmarcó en el área para dominar una bola complicadísima, perfilarse y ejecutar. Fue la jugada clave, la que convenció al Salzburgo de que era imposible variar el rumbo del pulso.

Con ese 0-1 que obligaba a los austriacos a hacer cuatro goles para remontar, el Sevilla empezó un plácido monólogo. Duscher, Romaric y Renato agradecieron que sus rivales bajaran los brazos y dejaran de presionar, mientras que en el borde del área Jesús Navas, Kanoute y Adriano tiraron paredes con absoluta comodidad. Una triangulación entre el palaciego y el malí acabó en el penalti del 0-2. De ahí al final, lo más interesante fue el pique y la verticalidad de Acosta.

Virtudes

Los centrales van a más. Con Renato, este sistema cuaja. También es más fácil si arriba está Kanoute.

Talón de aquiles

Estuvo muy incómodo 20 minutos.

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