Leo Musso y Cristante Runaldo: Dani Pinilla disecciona la industria del fútbol y su relato informativo

Fútbol y literatura

Sale a la luz 'El regate infinito', una novela de ficción que relata "sucesos verosímiles y factibles" en la que el número uno del mundo es secuestrado justo antes del Mundial, removiéndose los cimientos de la industria del balompié

Dani Pinilla posa con 'El regate infinito' ante uno de los escasos negocios tradicionales que quedan en la Plaza del Pan.
Dani Pinilla posa con 'El regate infinito' ante uno de los escasos negocios tradicionales que quedan en la Plaza del Pan. / E. F.

Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Los nombres de las dos estrellas del fútbol mundial en esta novela de no ficción ficcionada por Dani Pinilla así lo indican: Leo Musso y Cristante Runaldo. Lo que sí es coincidencia, o guiño del destino, es que la novela haya visto la luz justo cuando el fútbol mundial, y no sólo éste sino el mundo entero, se haya removido con el caso Vinicius, un paradigma perfecto de lo que mueve la industria del fútbol cuando domina el relato informativo, o sea, siempre.

Es lo que trata de diseccionar en El regate infinito (Editorial Samarcanda, 2023) Daniel Pinilla Gómez (Sevilla, 1974), con su afilado cuchillo de veterano periodista e incansable viajero y con el conocimiento de un paño que trató con mucho mimo mientras ejerció la no siempre bien mirada profesión de periodista deportivo, en el Marca nada menos, entre 1996 y 2013, antes de darse a la obra editorial, el periodismo freelance, muy vinculado a los viajes de este Phileas Fogg hispalense, y la literatura.

Es su undécima obra, en la que hay de todo. "Es mi undécimo libro publicado. Como once son los jugadores de un equipo de fútbol", dice Danipinilla, así, todo seguido, como es conocido en el mundo del periodismo. Otra coincidencia más en un libro que retuerce la ficción para buscar coincidencia tan verídicas como los chistes de Paco Gandía. Y que está escrito con inteligencia humana, según recalca en su portada, para, de paso, abominar de los nuevos métodos de creación literaria sobre algoritmos de inteligencia artificial.

Portada de la novela 'El regate infinito', de Dani Pinilla.
Portada de la novela 'El regate infinito', de Dani Pinilla. / E. F.

Dani sabe de lo que habla. Sabe cuáles son las presiones de un periodista cuando llaman los jefes de Madrid para sacar tal titular en portada o tumbar tal otro por inadecuado o políticamente incorrecto, léase lo de políticamente incorrecto en la peor acepción posible, sí, la que ustedes imaginan... Es la construcción del relato periodístico, que sostiene como pilar sine qua non toda la industria del fútbol.

Todo esto lo trata de denunciar Dani Pinilla en un relato policíaco y periodístico que tiene dos ríos argumentales. Por un lado, el de la trama que sostiene la obra, el secuestro del Messi de turno en vísperas de un Mundial, léase el de Qatar si se quiere, y las repercusiones que tiene en todo el mundo, incluido la extraña muerte, presunto asesinato, del periodista que más cerca de la verdad, de los intereses que movieron ese secuestro que puso patas arriba todo el mundo del fútbol y su industria. Y por otro, esa denuncia que subyace a todo el argumento sobre los principios éticos de una sociedad que se desmorona entre el relativismo y el triunfo del dinero como cima y clave maestra de toda la pirámide de los nuevos valores.

Pero no sólo es fútbol y periodismo, industria y política. También hay literatura... "He tratado de experimentar en la novela empleando dos narradores, que casi por momentos podrían parecer tres. Teniendo en cuenta que hablamos de ficción, de una ucronía, como homenaje a Cervantes aparece un Cide Tarik Hamete que pertenece a la estirpe del quijotesco y que supuestamente escribió el manuscrito original de El regate infinito mucho antes, hace más de un siglo. Era un visionario. Luego, pongo en liza a otro narrador, que únicamente ejerce de escriba del manuscrito original, aunque a veces también modifica y edita los textos que le han sido entregados. Por último, los distintos protagonistas que toman el testigo del liderazgo en los acontecimientos también funcionan eventualmente como un remedo de narradores. La intención es construir un texto a varias velocidades y niveles de comprensión", explica el autor.

A Dani Pinilla, que conoció por dentro las tripas del fútbol, lo que mueve, como relator y narrador de su discurso informativo, no le hacían falta más motivaciones que escribir de lo que sabe... "Un buen amigo, escritor de raza por más señas, me dio un estupendo consejo: 'Escribe sobre lo que conoces'. Pienso que, después de haberme desempeñado diecisiete años como periodista deportivo, algo sé de fútbol y periodismo. Cuando se acercaba la fecha del Mundial de Qatar arranqué a escribir sin todavía tener muy claro hacia dónde quería llevar el relato. Sólo sabía que un secuestro del mejor jugador del mundo era un buen punto de partida", reseña sobre lo que lo llevó a ponerse, de nuevo, ante las siempre temibles hojas en blanco, una rutina diaria del periodista, hecho al estrés inherente de la construcción de la realidad informativa.

El proceso no fue ponerse a dar pataditas al balón como en los simplones calentamientos de los partidos de barrio... "Hubo momentos en los que la historia parecía tirar de mí más que yo de ella, se desbocaba. La fase de corrección se prolongó bastante: eliminé personajes, añadí otros, sumé subtramas... Al final, creo (espero, mejor dicho) haber montado un relato sólido, entretenido, sarcástico por momentos, pero con una carga de profundidad para que el lector saque sus conclusiones. El fútbol es un reflejo de la vida, quizás el más colorido. Ya sabemos que la masa eclipsa la razón. Por eso he intentado pensar una profesión, un negocio y reconstruir una historia desde un punto de vista ucrónico. Vaya por delante que no quisiera que nadie secuestre a nadie. Esto es sólo literatura", recuerda para evitar se acusado de incitador a la violencia en estos tiempos de piel fina y burda y descarada manipulación.

Por si las moscas, todo termina bien, o no tanto. Pero para conocer el final tendrán que leer el libro. Eso sí, hay un inesperado mártir de la causa. En El regate infinito, una vez más, el mensajero se llevó la peor parte.

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