Escuela vasca de Heliópolis
José Ramón Esnaola, guipuzcoano de Andoain, representa la época dorada de los metas del norte y ahora ejerce de maestro de Iñaki Goitia, un vizcaíno que hace carrera en el sur · Ambos repasan en el pasado y el presente de una fértil cantera
El nombre de José Ramón Esnaola Larburu (30-06-1946, Andoain, Guipúzcoa) aparece en letras de oro en la historia del Betis. Vinculado a la entidad desde 1973, cuando se pagaron 12 millones de pesetas a la Real Sociedad por su traspaso, ha ejercido de portero, entrenador hasta su actual dedicación como maestros de guardametas. Gorriti, como se le conoce cariñosamente, representa a la estirpe de metas vascos que eclosionaron en la década de los 70 y 80 y que crearon escuela. 24 años después de su retirada, Esnaola enseña ahora sus secretos a Iñaki Goitia (02-03-1982, Baracaldo, Vizcaya), otro norteño que hace carrera en el sur tras su paso por el Málaga y su fichaje el pasado verano por el Betis.
"Llama la atención que ahora no salgan tantos porteros vascos, cuando hubo una época en que salimos varios y era la cantera de media España. En 1973, salí yo para el Betis; luego vendría Artola, que se marchó al Barcelona; justo después, Urruti, que pasaría al Espanyol; y luego aparecería Arconada, que hizo carrera en la Real Sociedad. A partir de ahí, únicamente Alberto se ha mantenido varios años e incluso ahora tienen a Bravo, un meta extranjero, pese a que Riesgo, al que he venido siguiendo, tiene su mismo nivel", recuerda Esnaola, que apunta a Iríbar, con quien pasaría a la historia en aquella fatídica tanda de penaltis de 1977 en el Vicente Calderón, como el máximo exponente de esa generación de porteros: "De los que he conocido, ha sido el mejor. Era espigado, con más de 1,90 de estatura. Cuando abría los brazos y se plantaba, los delanteros no veían hueco alguno. Era impresionante y, además, poseía un excelente saque con la mano".
Goitia, en su condición de vizcaíno, ha oído mil historias de El Chopo, un mito del Athletic, aunque nunca lo vio jugar en directo. "Cualquiera que haya vivido en Bilbao ha escuchado hablar de Iríbar. Tiene mucho auge por todo lo que ha hecho y claro que es un referente a seguir para todos los que nos hemos curtido allí, pero por mi edad sólo lo he visto en vídeo, al igual que a Esnaola", admite el meta, que apunta a otra leyenda, aunque ésta del eterno rival del Athletic, como causante de su vocación para la portería: "De pequeño me gustaba mucho Arconada y por eso me decanté como guardameta. Me fijaba en él y también ha sido una referencia para toda una generación como la mía".
Casualidades del destino han colocado a Goitia y Esnaola en el sur, en un ambiente diferente del que crecieron. "Ya no soy tan joven para este mundillo, llevo mucho tiempo fuera e intento disfrutar de todo lo que ofrece el fútbol. En la vida hay trenes que pasan y me llegó un interés para que jugase en el filial del Málaga y no lo dudé. Allí estuve seis años y maduré mucho. Ahora es mi primera temporada en el Betis, donde he firmado un contrato largo, y ojalá pueda echar raíces", reconoce Goitia, a quien no sorprende tanto esa diáspora de jugadores: "La generación de los 80 sí tuvo un determinado auge y fueron referencia. Pero ahora el mundo del fútbol se ha profesionalizado bastante, en muchos lugares se trabaja muy bien y esto provoca que en otras partes también surjan buenos jugadores. La Real tiene un meta extranjero, pero también cuenta con otros dos muy buenos, que llevan mucho tiempo en esa casa".
Y aparece en la conversación, de nuevo, el nombre de la Real Sociedad, rival del Betis el próximo domingo y cuna de Esnaola, el héroe de Puertollano, como se le sigue conociendo en San Sebastián, después de que se convirtiera en uno de los artífices del último ascenso txuri-urdin, allá por 1967. "Jugué aquel partido en Puertollano, donde empatamos a dos y conseguimos ascender. Estaba haciendo el servicio militar, pero pude participar. Ojalá este año se repita el ascenso y que el Betis también se sume al mismo. Son dos equipos de Primera, con una masa social que estará entre las siete u ocho más importantes de España y ambas aficiones demandan el ascenso", rememora Esnaola, quien guarda un especial sentimiento con la Real, pese a que su corazón sea más verdiblanco: "Milité allí ocho años, aunque en el Betis ya van 36. No se podía elegir un mejor partido para terminar el año. Es muy importante para nosotros y quiero que gane el Betis, pero si pierde dolerá menos. Nunca he estado en Anoeta, pero tampoco es que sea muy viajero. Por motivos profesionales tengo otra labor que me impide desplazarme. Mi última visita fue a Atocha, como entrenador, y de eso ya hace mucho tiempo".
Goitia, por su parte, no posee esa vinculación sentimental con la Real, pero sí una rivalidad deportiva alimentada esta temporada al tratarse de uno de los máximos rivales por el ascenso. "Nos falta regularidad fuera de casa y tenemos una buena oportunidad para conseguirla. Un club de esta grandeza sólo puede tener como objetivo el ascenso. Para eso necesitamos mejorar como visitantes y acabar el año con un triunfo en San Sebastián, donde ellos están muy fuertes, sería una buena manera de conseguirlo", confirma el vizcaíno, que asume ese discurso ya instalado en el vestuario bético de hacer un buen regalo navideño a la afición: "Una de las cosas que me ha sorprendido en el Betis es cuando jugamos fuera, donde en todos los campos hemos tenido apoyo. Es de agradecer y nos falta esa victoria para, al menos, hacerles el viaje de vuelta mucho más agradable".
Llega la hora de la despedida y cómo no, de que el maestro evalúe a su alumno. "Es un portero joven que ha ido mejorando desde su llegada y, como le ocurre al equipo, lo importante es que su margen de mejora sigue siendo grande. Con la edad que tiene puede dar mucho más", asevera Esnaola. "Ojalá yo con los años pueda significar tanto para el Betis como él representa", expresa Goitia. La escuela vasca, de gran tradición en Heliópolis, vuelve a contar con maestro y discípulo.
También te puede interesar
Lo último