Intensidad sin filo cortante

Víctor Fernández sabe que el único camino que está al alcance de este Betis para ascender es la intensidad plena, el arrojo, apretar muy arriba e intimidar por el peso específico de la entidad y por esa energía que brota de la afición. El camino de la calidad colectiva, de las llegadas en combinaciones o por recursos individuales, está hoy vedado para los verdiblancos.

Defensa

Arzu siguió como central después de su positiva experiencia en Tarragona. Y el nazareno repitió su mando. Tiró la línea lejos de Goitia, invitando a sus compañeros a defender con anticipaciones. Surtió efecto de salida, tanto en el plano defensivo como en el ofensivo.

Pero el gran agujero defensivo estaba un poco más adelante, en el eje del centro del campo: Mehmet Aurelio y Juande tenían mucho campo que abarcar, echaban de menos ayudas por delante y poco a poco la Real se hizo con el control en la sala de máquinas, a las órdenes de un fantástico Aranburu. Sucedió en la última media hora de la primera parte.

Tras el descanso, el Betis volvió a salir con intensidad, logró meter de nuevo a la Real en la cueva con más arrojo que calidad y esta vez la Real, que no sufría atrás, fue un tanto autocomplaciente. Aranburu bajó de revoluciones, Zurutuza y Griezmann se desenchufaron y Nsue siguió con la misma inoperancia de la primera mitad.

Ataque

Jonathan Pereira no termina de ejercer de falso extremo. Es delantero puro y duro, y a pesar de que el Betis arrastró el balón hacia el costado derecho en sus primeras acometidas, el menudo punta no apareció para dar continuidad a los ataques. Por la otra banda, Nacho tampoco abrió caminos, mientras que Pavone perdía el pulso cada vez que recibía de espaldas. ¿Emana? Con Diego Rivas muy pegado, buscó algún socio para combinar y desmarcarse, siempre se ofreció pero sólo cuando la Real se quedó con diez, ya con 1-0, se desató el camerunés.

Virtudes

Emana... y lo que emana de la grada. La afición está varios escalones por encima del equipo actual.

Talón de aquiles

Un fútbol con tan buenas intenciones como malas resoluciones arriba. Si no aparece Emana o el rival no te da un regalo -ayer lo hizo-, el gol parece casi... una quimera.