Mejor pensar que es pretemporada (1-0)

Sevilla-Celta

El Sevilla suma tres puntos a pesar de su horripilante imagen, sobre todo en el aspecto físico Un Celta con diez desde el minuto 21 llegaba al balón antes que un equipo que acusó los entrenamientos exigentes

Francisco José Ortega

04 de enero 2015 - 05:02

El Sevilla arrancó 2015 con tres nuevos puntos en su casillero y ya son 33 los que poseen los hombres de Unai Emery sin que la primera vuelta haya concluido aún. Hasta ahí lo único, seguro que lo más trascendente, positivo del partido de ayer contra el Celta, porque los blancos ofrecieron una imagen deplorable, sobre todo en el aspecto físico. Cierto que el fin siempre justifica los medios y ese triunfo ya quedará para siempre en los registros oficiales, pero a la hora de escudriñar en los motivos de semejante puesta en escena sólo cabe agarrarse, si se siente en sevillista, claro, al argumento de que Emery había programado una pretemporada invernal para los suyos aprovechando el largo tiempo que han estado sin jugar un partido oficial. Ni siquiera el hecho de que el Celta se quedara con un futbolista menos en el minuto 21 por la expulsión de Planas sirvió para que el Sevilla respirara, pues los anfitriones llegaban siempre tarde a la pelea por el balón y lo hicieron incluso cuando sus rivales debían acusar el desgaste de estar sobre el césped con diez.

Era tan evidente que los vigueses le sacaban dos metros a los sevillistas en cada carrera que cabe suponer que la impotencia sería absoluta en las filas locales. Ya en la segunda parte, con el Celta por debajo en el marcador y la reseñada inferioridad numérica, cada pelota que se dirigía hacia las espaldas de Aleix Vidal y Tremoulinas servía para sacarle los colores no sólo a los dos laterales, sino también al resto de sus compañeros. En esas zonas se originaba un hueco que se convertía en un verdadero latifundio sin que ninguna de las piezas que tenía Emery para proteger esos espacios fuera capaz de llegar. Incluso parecía que no podían siquiera arrancar la moto para tratar de cerrar esas líneas de pase. Pero no era sólo en los laterales, también en la zona reservada para los dos pivotes sucedía exactamente lo mismo, con Carriço, sustituto de un Mbia que dijo basta en apenas 20 minutos, y Krychowiak corriendo siempre hacia atrás con la lengua fuera con el único fin de acumular hombres alrededor de los dos centrales, tal vez los más aseados dentro del Sevilla. Junto a Reyes, por supuesto. Ninguno de los dos medios centro era capaz de transmitir la sensación de dominar la situación y no lo eran sencillamente porque la sangre no les llegaba a la cabeza con el suficiente oxígeno. Todo lo contrario, tanto Carriço como Krychowiak parecían desbordados y tuvieron que acercarse a la extenuación para evitar que el disgusto de quienes observaban aquello incrédulos desde el graderío fuera aún mayor. Porque con los tres puntos se olvida todo, sin duda.

Desde el mismo comienzo del litigio ya se podía intuir qué iba a suceder. El Celta parecía mucho más fresco que un Sevilla en el que Emery sólo se permitía la licencia de colocar a Aleix Vidal y Fernando Navarro en los laterales. El resto se ajustaba al teórico once titular, con Reyes, Denis Suárez y Vitolo por detrás de Bacca en las zonas más avanzadas. Pero incluso con esos peones los blancos siempre parecieron superados. Tanto que Cabral les daría el primer susto en un remate de una falta antes del minuto 2 y que Beto le hizo una meritoria parada a Santi Mina poco después. Paradójicamente, ese intento del joven talento céltico tendría continuidad en una de las opciones más claras de los nervionenses en todo el partido, pues Bacca puso de gol a Denis Suárez y éste no fue capaz de darle el toque preciso a su intento de vaselina para superar a un adelantado Sergio Álvarez.

Curiosamente, el choque prometía entonces, pues todo hacía indicar que el espectáculo sería abierto y entretenido. Nada más lejos de la realidad, pues el Sevilla se quedaría sin gas muy rápido, casi de manera abrupta y el dominio visitante llegó a ser abrumador. Charles pudo adelantar a los suyos en dos ocasiones, la segunda salvada providencialmente por Pareja. Era un ejercicio de supervivencia constante para un cuadro sevillista cada vez más angustiado por la evidencia de tener las piernas muy cargadas por los duros entrenamientos navideños.

Sin embargo, una jugada aislada debió cambiar el rumbo de los acontecimientos. Velasco Carballo, muy cerca, estimó como temeraria una entrada de Planas sobre Denis Suárez en un intento del lateral céltico por parar un contragolpe local. La pierna se le fue a la rodilla de su ex compañero en el Barcelona B y el árbitro sorprendió con la tarjeta roja. Mucho tiempo por delante y el Sevilla con uno más sobre el campo, lo que debía ser suficiente para arreglar la situación. Y más aún cuando Pareja, diez minutos después, acertaba con un golpe franco directo.

Una hora de partido por delante, once contra diez y uno a cero a favor del Sevilla. Si a alguien se le pregunta por la situación ideal para los suyos, seguro que diría que ésa. Pero fue todo lo contrario, la angustia tras el descanso fue constante para un Sevilla que siempre llegaba después que el rival a la disputa por los balones. El Celta incluso tuvo la opción de igualar con un disparo de Santi Mina al larguero tras la enésima jugada mal defendida por el costado derecho de la zaga de Emery. Bastó con un par de toques, un pase atrás y el remate de Santi Mina, solo, se fue al travesaño. Pero la sensación de susto se agudizaba.

En esa fase del juego, el Celta se comía, literalmente, al Sevilla y los aficionados nervionenses no podían entender cómo los suyos mostraban una imagen tan inferior. Afortunadamente para los blancos, el cuadro de Berizzo no le marca un gol ni al arco iris y encima tenía a un futbolista menos, porque el partido se dirigía hacia una derrota que hubiera sido complicada de digerir. La entrada de Gameiro por Bacca, sin embargo, alivió algo a Emery y los suyos, todo lo contrario que el cambio anterior, pues Banega parecía que había llegado de las vacaciones incluso pasadito de peso. El Sevilla, de la mano de un Reyes que parecía que no había participado en esa exigente pretemporada por la chispa que mostraba, fue capaz de equilibrar algo las cosas y respiró hondo cuando Velasco Carballo decretó el final. Tres puntos más, 33, y, sobre todo, pensar que los esfuerzos físicos tendrán un efecto positivo más adelante, porque lo que es ayer...

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