Mourinho falló a la primera... por poco
Fútbol
La Liga acabó con la sensación de que el luso, con el crédito casi intacto, dará con el antídoto al Barça.
El Almería se fue a Segunda con el muy dudoso honor de haber encajado en la misma Liga 8 goles en un partido ante el Barcelona y otros 8 en el epílogo del pasado sábado ante el Madrid. Con esa goleada búlgara en el Bernabéu, el campeonato del todos contra todos se despidió siendo fiel a su sonrojante guión: dos juegan a otra cosa, vuelan a una velocidad de mach 5 en un estrato al que los demás no llegan ni en sueños. Barcelona y Madrid, sólo ellos, viajaron en el estrato que va de los 90 a los 100 puntos, como el año pasado.
Y si en la temporada 2009-10 Pellegrini vio agotado su crédito en Copa y Champions pese a aguantar el frenético ritmo barcelonista en la Liga, en esta Liga recién concluida, Mourinho acaba con la decepción de no haber sometido al Barça... pero con su crédito casi intacto. Le ganó la Copa, le sostuvo el pulso en la semifinal de Champions... y ha dotado al equipo de un estilo muy definido y que además suele avasallar: 102 goles son 102 goles. El madridista piensa hoy que Mou mejorará este verano las prestaciones de su bloque, y que si los fichajes cuajan como Di María u Özil, el cambio de régimen será un hecho. Si Cristiano ya ha demostrado rendir mejor tras su año de adaptación, ¿por qué no lo hará Mourinho?
Pero el Barcelona de Guardiola ha sido de nuevo el mejor y por eso encadenó su tercera Liga. Salvó una temporada muy complicada, porque ningún equipo estaba amenazado del síndrome pos-Mundial como el azulgrana: casi toda su plantilla estuvo en Sudáfrica.
De hecho, el equipo empezó el campeonato sin poder meter la quinta velocidad, lo que aprovechó el Hércules para asaltar el Camp Nou (0-2). Pero pronto, cuando las piernas se tonificaron, empezó a carburar el prodigioso mecano que ha construido Guardiola, que enlazó 16 victorias seguidas en la Liga anotando 60 goles en ese tramo, incluido ese 5-0 al Madrid de Mourinho que marcó definitivamente la suerte del cerrado pulso entre ambos. El fútbol imparable de Messi fue una turbina que volvió a disparar al Barça cuando hubo algún momento de duda en otras estrellas que, de forma puntual y transitoria, acusaron ese verano tan cortito y bajaron un punto sus prestaciones.
La segunda vuelta del campeón fue menos rutilante que la primera (44 puntos por 52) por esa acumulación de esfuerzos y la obligación de afrontar las tres competiciones, de jugar todo lo posible, ya que se plantó en la final de Copa y en la de la Liga de Campeones.
Pero mientras la Liga estuvo viva, el Barcelona no bajó la guardia: desde el 5-0 en el clásico, que supuso el liderato para el Barça en detrimento del Madrid, hasta la vuelta en el Bernabéu, el campeón sólo cedió dos puntos en Gijón y otros dos en Sevilla. Y en cambio, el equipo de Mourinho perdió en Pamplona, en casa ante el Sporting y cedió dos empates en Almería y La Coruña.
Cuando llegó el clásico en el Bernabéu, la Liga estaba sentenciada: 8 puntos de diferencia a falta de 21.
El primer intento de José Mourinho ha fracasado, sí, pero flota en el ambiente que está en la línea de descubrir el antídoto para derrocar al Barça de Guardiola, como le pidió Florentino cuando lo contrató.
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