Palo para la reflexión

Almería | betis· la crónica

Intensidad En la forma de ir a por la pelota estribaba la diferencia para que el Almería fuese superior Infortunio Tras el descanso mejoró el Betis, pero entre la madera y la falta de puntería, esa mejoría resultó inocua

Capi conduce la pelota rodeado por los jugadores del Almería Corona y Julio Álvarez.
Capi conduce la pelota rodeado por los jugadores del Almería Corona y Julio Álvarez.
Luis Carlos Peris / Almería / Enviado Especial

05 de enero 2009 - 05:02

Derrota dolorosa del Betis en un sitio donde no conocía la derrota. Un gol en propia meta, dos tiros al larguero contraria y sendas ocasiones erradas por Emana y Sergio García con todo a favor determinaron un tropiezo que debe servir para pensar muy seriamente en el futuro de este Betis que, además, está en muy mala relación con la diosa Fortuna. Decidió el gol en propia meta de Casto para que de nuevo surjan los temores por el futuro del Betis.

Nuevo año, ¿nueva vida? Es lo que pretendería este Betis sumido en una racha de malos resultados, pero que se optimiza por sus buenos precedentes en Almería y también por que Chaparro tiene la posibilidad de poner en liza el equipo que remontó el vuelo hasta hacer soñar a su gente con miras impensables. Luego se torció la cosa para derivar en un diciembre negro de sólo un punto logrado de doce posibles.

Y en Almería, ese reducto que no había visto perder al Betis en Primera División, el equipo bético se conforma mediante Casto en la portería, línea defensiva con Nelson, Arzu, Juanito y Fernando Vega, trivote central con Mehmet, Capi y Emana más otro trivote adelantado con Damià, Sergio García y Juanma.

Cuando el balón echa a rodar da el Betis una muy buena sensación. Se adueña del objeto a seguir, el Almería espera y ve cómo el rival se pasa y repasa la pelota sin avanzar un metro. Y esa buena impresión, a fuer de sobar y sobar camino de ninguna parte, va diluyéndose para que surja un Almería de juego directo, que sabe cuáles son sus poderes, que sabe a qué juega y que en tres minutos arruga al Betis.

En el minuto 16 toca a rebato Bruno con un remate a bote pronto que va a las manos de Casto, en el 17 hace un control excelso Negredo, emboca a Casto y salva Juanito; en el 20 cañonea Crusat fuera a quemarropa. Decididamente, el Almería se traga al Betis, a un Betis que ya no tiene el balón y que, en la hora de las duras, demuestra que defensivamente es un horror.

Y ese horror va a hacer catarsis en el minuto 35. Una falta lejísimos, precedida por cierto de una de Negredo no señalada, la bota Corona y se la traga Casto ridículamente, por debajo de la barriga. Un nuevo error de este portero para que también una vez más se vea el Betis cuesta abajo en el marcador. Como en Soria, Gijón, Manzanares o ante Athletic Club, Casto revienta la tarde y, para colmo, en un lance que era falta indirecta y que si la hubiese dejado pasar no hubiese subido al marcador.

El Betis acusa el mazazo y empeora, si es que eso era posible, para resurgir sobre la campana para jugar ya mirando a la portería contraria. Ha sido, sobre todo, por la aparición de Emana y de Sergio García. El primero estaba en paradero desconocido a pesar de que su situación en el dibujo táctico exige una continua intervención y el segundo porque estaba desconectado del grupo y en clara inferioridad ante Carlos García y Pellerano.

Comparece en la segunda parte un Betis distinto, muy distinto del apocado y timorato de antes del descanso. Mete al Almería en su área y en la primera jugada manda Sergio un cañonazo al larguero. Es un Betis mejorado, Chaparro busca más agresividad arriba con Pavone en vez del inocuo Damià y el argentino, dentro de sus limitaciones, le pone algo de picante al juego bético. Se juega en una loseta, pues el Almería coloca el autobús en su línea de tres cuartos y, mire por donde, aparece el guadianesco Emana para que el Betis mejore un poquito más y se fabrica un jugadón que marraría solo ante el portero.

Decididamente, el Betis no tiene suerte. Cierto que merece perder por lo del primer tiempo, pero en esta segunda mitad no es justo que el Betis no dé con las redes que guarda Diego Alves. Mehmet ha hecho la raya para que a sus espaldas no ocurra nada, pero falta dar ese último pase que le haga daño al rival. Emana manda un misil al larguero en tiro libre, ya van dos, Capi ensaya el tiro para lucimiento de Alves y mientras más avanza el crono, menos se juega.

Viene la rigurosa expulsión de Uche y en una fantástica jugada con el adobo de algún taconazo que otro, Sergio se planta ante Alves, la rompe y se le va fuera. No es posible tanto infortunio, el partido se le va al equipo de Chaparro de forma inexorable, Sergio ve la roja por un derribo como último hombre y queda la impresión de que las cosas se le han torcido al Betis y que como el Betis entre en ese fatalismo tan consustancial con su historia, mala soldadura le vemos.

No convendría tampoco que el chaparrón de infortunio padecido en Almería sea una cortina de humo con la que tapar las indudables carencias de un equipo que ni siquiera con el de gala es capaz de ganarle a un rival al que va a verlo una quinta parte de los espectadores que van a Heliópolis. Es una derrota dolorosa, pero no es cuestión de lamerse las heridas sino de buscar la forma de restañar unas heridas que pueden ulcerarse y entonces será tarde, quizá muy tarde. Ha sido un palo para una reflexión serena y rigurosa.

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